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*Narra Evan*

De camino a casa, la miré, al menos ahora va con una sonrisa.
Yo estuve mirando algunas cosas en el móvil.
Al llegar a casa, fui a mi oficina, la escuché seguirme.

─ ¿me dejarás verla más veces seguidas?

─ hablemos de lo que tienes que hacer para yo poder permitir eso -me senté en mi silla.-

Frunció el ceño.

─ ¿qué?

─ delante de los trabajadores, nada de insultos.

─ está bien.

─ cuándo yo te presente delante de alguien, quiero que te comportes cómo mi mujer, sin nada de desplantes hacia mí.

Suspiró.

─ de acuerdo.

─ y desde hoy, dormiremos juntos.

─ no Evan, cómo comprenderás no dormiré contigo en la misma cama.

Miré la pantalla de mi ordenador.

─ entonces confórmate con hablar con tu madre por teléfono.

Creía que ya estaba todo perdido porque estuvo un rato sin decir nada.

─ mierda -dijo al fin.- está bien.

La miré.

─ ¿cuántas veces podré verla a la semana?

─ todas las veces que tú quieras princesa, sólo tienes que pedírselo a los chicos. Yo hablaré con ellos para que lo sepan. Sólo trata de que nunca los pille la noche en la ciudad, estos caminos son muy peligrosos por la noche.

─ está bien.

─ y cómo se te ocurra escapar -me interrumpió.-

─ sí sí, ya me quedó claro, tranquilo.

─ bien. ¿Tu madre te habló sobre los otros enemigos de Albern?

─ algo me dijo sí, gracias por poner a esos hombres a cuidarla.

Asentí.

─ resulta que los hombres que vinieron aquí eran enemigos de Albern, él le robó dinero a otro narco, al parecer yo no era su único socio. Vinieron aquí porque después de ir a tu casa y no encontrarlos, pensaron que estarían aquí y por eso atacaron.

─ ¿y cómo haz sabido todo eso?

─ yo tengo hombres infiltrados en otros clanes, es la única forma de ir un paso más adelante que los otros. El infiltrado en ese clan no pudo llamarme a tiempo porque estaba rodeado por los otros trabajadores, si llamaba en ese momento, lo mataban.

─ entiendo.

─ por eso cuándo vayas a ver a tu madre, no quiero que les coja la noche en ese camino. No quiero que te pase nada ni a ti ni a mis hombres.

─ tranquilo, vendremos siempre sobre la tarde.

─ bien.

─ me gustaría pedirte algo.

─ tú dime, yo veré si puedo complacerte -dije.-

─ no quiero estar encerrada en la habitación, quiero poder andar tranquilamente por la casa.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora