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*Narra Evan*

La tumbé en la cama, le quité los zapatos y la tapé con unas mantas.
Me quedé mirándola unos segundos.

─ siento que vayas a tener que pagar por lo que hizo tu padre -susurré.-

Salí de la habitación y cerré la puerta con llave.

Bajé y fuí a mi oficina.

Me serví un martini seco y me senté.

Esperé hasta que llegó Alan, que fué tres horas más tarde o así.

─ ¿te encargaste de todos los cuerpos?

─ sí, e hice lo que me pidió -me extendió una carpeta, la cogí y la dejé en la mesa.-

─ de acuerdo. Cómo me oíste decir en casa de Albern, esa chica será mi mujer, por lo tanto, quiero que estén muy atentos cuando la saque de esa habitación, porque no quiero que se escape.

─ descuide señor, le avisaré a los chicos sobre la llegada de la señorita para que estén atentos.

─ bien, buenas noches Alan.

─ buenas noches señor.

Cuando salió, cogí mi móvil y subí a mi habitación.
Me dí una ducha y me metí en la cama.
Me costó pegar ojo.

Al día siguiente, me despertaron los gritos de la chica.

*Narra Bia*

Me desperté mareada.

Cuando logré estabilizarme, me senté y miré todo a mi alrededor.

─ mamá, papá -susurré.-

Me acerqué a la puerta corriendo, intenté abrirla, pero estaba cerrada con llave.

─ ¡déjame salir! ¡maldito! -golpeé la puerta con los puños y con los pies.-

─ ¡déjame salir!

Después de mucho rato gritando y golpeando la puerta, me separé cuando escuché que quitaron el seguro.
La puerta se abrió dejándome ver a los hombres de anoche, al que le supliqué porque no matase a mis padres, entró con una bandeja con desayuno.
Cuando se acercó a la mesa de noche, corrí hacia la puerta, pero el otro hombre no me dejó dar un paso más.

─ ¿cómo dormiste? -me giré a verlo.-

─ déjeme ir, ya mató a mis padres -mi voz se quebró.- conmigo no conseguirá nada.

─ serás mi mujer -miró al otro hombre. Este asintió y cerró la puerta dejándome sola con él. Se acercó y tomó el bordillo de mi camiseta. Golpeé sus manos apartándolas.-

─ ¿qué diablos hace? -mis ojos estaban llenos de lágrimas.-

─ de momento no haré nada, sólo quiero ver si me gusta tu cuerpo.

Intentó volver a tocarme, repetí lo mismo.

─ yo para estas cosas no tengo paciencia -tiró de mí por la camiseta, cuando estuve pegada a él, llevó las manos al cuello de la camiseta y la rompió dejándome en sujetador.-

Pegué un grito por el susto.
De inmediato llevé las manos a mis pechos y los tapé.
Forcejeamos hasta que logró apartar mis manos de mis pechos.

─ están un poco chiquitos para mi gusto, pediré que te pongan más.

─ ¿qué? yo a usted no le he dado permiso para que haga eso -mi voz quiso flaquear, pero me negué a ello.-

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora