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*Narra Evan*

Mientras nos besábamos, sus manos resbalaron haciendo que terminasen en mi entrepierna.
Se separó un poco y miró hacia a abajo.

─ ¡vaya! -abrió los ojos cómo platos.- está...está muy grande.

Sonreí.

─ un poco, sí.

─ ¿un poco? ¿pero es que no ves cómo está tu chándal? parece que se va a salir en cualquier momento. Está muy grande.

─ lo dices cómo si nunca hubieses visto una.

─ la única que he visto, es la de Caleb, y desde luego que no tenía este tamaño. El día que te quitaste la toalla delante de mí, estaba grande, sí, pero es que hoy lo está más. ¿Esto es lo que pretendes meterme el día de la boda?

─ el día que me quité la toalla estaba normal porque yo no estaba cachando, ahora lo estoy. Y me temo que sí, que meteré todo esto en tu coño.

─ pero...¡me vas a romper!

Sonreí más.

─ ese día lo haré con cuidado, te lo prometo.

─ ¿por qué te empeñaste en que fuera en la boda nuestra primera vez?

─ porque tú no me soportabas. Quería que te acostumbrases a mí y dejaras de despreciarme tanto.

pero ya estoy acostumbrada, estamos bien.

─ soy un hombre de palabra. Y por lo que veo, a pesar de que te da miedo el tamaño, quieres probar.

Apartó la cara, sus mejillas estaban coloradas.

¿qué?...no -dijo avergonzada.-

─ no tienes que tener vergüenza.

Estuvimos unos segundos en silencio, ella seguía sin mirarme a la cara.

─ ¿entonces te gustó lo que te hice? -dije volviendo al tema anterior para que no tuviese tanta vergüenza. Me miró con una sonrisa.-

─ sí, me ha encantado, creo que se va a volver mi adicción.

─ te lo haré todas las veces que me sea posible.

Mordió su labio con vergüenza y apartó la cara un momento, luego volvió a mirarme, ahora parecía seria.

─ ¿le hacías eso a las mujeres que traías aquí?

─ por supuesto que no, yo no sé de dónde venían esas mujeres y tampoco las conocía. Me ponía protección y simplemente me las follaba, ni siquiera las besaba. La última vez que comí el coño a alguien, fué a mi ex novia, y de eso hace años, por ahí entonces yo tenía dieciséis o diecisiete años. Tú haz sido la primera en mucho tiempo, y me ha encantado comértelo, sobre todo porque sabes genial.

Sus mejillas volvieron a tornarse de color rosa. Lo que me hizo sonreír.

─ ¿cuántos años tienes ahora?

─ veintisiete, ¿tu?

─ veintiuno.

─ eres una bebé -tiré de ella y la acerqué nuevamente a mí. Golpeó mi pecho sin hacerme daño.-

─ ¡eh! sólo son seis años de diferencia que me llevas.

─ aún así eres una bebé.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora