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*Narra Evan*

Yo estaba sentado en el sofá esperándola. Salió con una toalla envuelta en el cuerpo y estaba mojada.
Cogió ropa interior y volvió al baño. Al rato salió. Tenía ropa interior negra.

─ ya te he comido el coño, creo que puedes vestirte perfectamente delante de mí.

─ tienes un problema serio con ese tipo de palabras. Hay más formas para decirlo -se acercó al armario.- y no importa que lo hayas hecho, me da vergüenza igual.

Sonreí y negué.

─ me pondré otra camiseta tuya.

─ puedes cogerla sin decirme.

Se la puso y se acercó a mí. Cuándo se sentó a mi lado, cogí de la cena con el tenedor y lo acerqué a su boca. Sonrió y lo aceptó.
Al terminar de cenar, me paré y me acerqué al móvil porque había sonado.

─ tengo que bajar a llamar a mi madre, hoy no la he llamado. A parte, tengo que decirle que viajaremos y que no la veré hasta dentro de una semana.

─ baja -dije leyendo los mensajes que me había enviado Helen sobre unos informes. Me giré hacia la puerta antes de que saliera.- Bia -se giró a verme.- se te ve el culo nena, así no puedes bajar.

─ ¿se ve mucho?

─ sí. La casa está llena de hombres, no quiero que se te ocurra nunca bajar así.

Me acerqué al armario y saqué mi bata. Me acerqué a ella y la ayudé a ponérsela.

─ gracias.

─ un placer mi reina. Espera que bajo contigo.

Cogí la bandeja y salimos. Al bajar, ella fué a la oficina y yo a la cocina.

─ gracias Silvia -dije cuándo cogió la bandeja y salí.-

Aproveché que Alan y Matt estaban hablando de algo en el pasillo y me acerqué a ellos.

─ Alan, en cuánto hayan revisado que el cargamento llegó bien, lo repartes bien -miré a Matt.- te encargas de hacer las entregas cómo siempre.

─ por supuesto señor.

Estuve diciéndoles las tareas que tenían que hacer mientras no estuviésemos.
Cuándo me abrazaron por detrás, sonreí.

─ hola muchachos -dijo Bia.-

─ buenas noches señorita -dijo Alan. Los dos nos miraron sonriendo. Sonreí.-

─ mañana terminaré de decirles lo que tienen que hacer, ahora, si nos disculpan, tengo que dejarlos.

─ hasta mañana -dijo Matt. Bia dejó de abrazarme y se paró a mi lado. Tomé su mano.-

─ hasta mañana chicos -dije.-

Los dos fuimos hacia las escaleras.

─ ¿pudiste hablar con tu madre?

─ sí. A la vuelta del viaje, me pasaré un día entero con ella, la echo de menos.

─ está bien.

Los dos entramos a la habitación. Se quitó mi bata y la dejó encima de la cama.
Los dos fuimos al baño. Ella empezó a cepillarse los dientes y yo me desvestí. Entré a la ducha.
Cuándo salí, ella estaba metida en la cama. Me puse unos calzoncillos y cogí el portátil.

─ bebé, ¿me puedes dejar tu móvil? -la miré un poco sorprendido pero sonreí. Es la primera vez que me llama de una forma cariñosa.-

Dejé el portátil a un lado y me agaché hasta ella. Me acerqué a su boca con una sonrisa.

─ ¿cómo me haz llamado?

Apartó la cara, sus mejillas se pusieron coloradas.

─ me oíste.

La tomé de la barbilla e hice que me mirase.

─ quiero escucharte de nuevo, es la primera vez que me llamas por un apodo cariñoso.

Sonrió.

─ bebé.

Sonreí más y la besé.
Al separarnos, me bajé de la cama y me acerqué a la mesa de noche, cogí el móvil y volví a subirme a la cama. Se lo extendí y le dije la contraseña que eran varios números.
Me senté con la espalda apoyada en el cabecero y con el portátil sobre mis piernas.
Abrí un email de uno de los trabajadores.
Mientras lo leía, mi móvil sonó dando a entender que me había llegado un mensaje de WhatsApp, yo no le presté atención y seguí leyendo el email.

─ ¿quién es Isabelle? -preguntó ella a los segundos.-

─ una de las encargadas de uno de los edificios que he mandado a construir.

Ella aclaró su garganta y luego leyó en voz alta.

hola guapo, hace tiempo que no te pasas por estas obras, los trabajadores te echan de menos, yo sobretodo, por supuesto. Me he enterado de que mañana te vas de viaje, lo que conlleva a más días sin poder verte, así que me gustaría que desayunáramos juntos mañana antes de que te vayas.

Bia me miró seria.

¿te gusta?

─ ¡por supuesto que no! yo le gusto a ella, que es distinto.

─ Evan, no quiero mentiras.

─ no te estoy mintiendo nena, nos conocemos hace años y yo siempre le he gustado, pero a mí nunca me ha llamado la atención, ya le he dejado claro varias veces que no me interesa cómo mujer, que la veo cómo una amiga, pero ella nunca ha dejado de insistir.

─ ¿no sabe que tienes mujer?

Rasqué mi nuca.

─ es que todo ha pasado muy rápido entre nosotros. En la empresa nadie sabe que tengo mujer, pero a la vuelta te presentaré cómo tal. Mi mejor amigo y su mujer, sí que saben que tengo mujer, vinieron a los días de que te trajese, por eso no te bajé a presentarte el día que estuvieron aquí.

Me miró en silencio durante unos segundos y luego se puso a teclear algo en el móvil.
Cuándo acabó, me lo extendió y se tumbó dándome la espalda.
Leí lo que ella envió:

hola querida, habla Bia, su mujer, me temo que no podrá desayunar contigo porque ya me tiene a mí. Te ha dejado varias veces en claro que no le gustas, súperalo.

Sonreí y la miré.

─ a la vuelta seguro que Isabelle va a estar aún más pesada -dije.-

Ella suspiró.

─ nena -no me respondió.- princesa -tampoco me respondió. Aparté el portátil de mis piernas y me agaché hasta ella. Apoyé mi barbilla en su brazo para verla, tenía los ojos cerrados.- ¿por qué te haz enojado?

─ la última vez que habló contigo debiste decirle que tienes mujer.

Suspiré.

─ la última vez que vi a Isabelle, estaba muy estresado porque no conseguía congeniar contigo, me la pasaba día tras día pensando en cómo caerte bien, ni siquiera estaba atento a las reuniones, así que tampoco es que le prestara caso a ella cuándo me estuvo hablando.

─ muy bien, buenas noches.

─ princesa, no quiero que te duermas así, sin que terminemos de hablar.

─ hasta mañana Evan.

Suspiré y la dejé en paz.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora