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*Narra Bia*

Sonreí tranquila cuándo Estela abrió la puerta.

─ hola señorita.

─ hola Estela.

Cerró la puerta y se acercó. Dejó una bolsa en la cama y se paró a mi lado.

─ siento que el señor le haya hecho esto.

Limpió mis mejillas.

─ gracias.

─ para mí es un placer servirle.

•••

Los siguientes días los pasé mal por el inmenso dolor.
Las pastillas me ayudaban por momentos, pero cuándo se pasaba el efecto volvían a dolerme los pechos un montón.
Evan siempre entraba a verme, yo le restregaba lo mal que me sentía por su culpa.
No solía decir nada y se marchaba.

A las dos semanas me dolía menos, pero me seguía doliendo.
Ya podía ducharme. Me llevaba mi tiempo pero lo hacía.
Estela me ayudaba a ponerme el pijama y siempre me peinaba.
No me volví loca durante todos esos días gracias a ella.

Justo cuándo hizo un mes de la operación, el doctor vino y me quitó los puntos.
Me había dicho que ya podía usar los sujetadores normales, pero que no me apretasen.
Así que empecé a ponerme los que Estela me había traído.

Estela cogió la bandeja y fué hacia la puerta.
Justo en ese momento Evan abrió la puerta.

─ Estela, ya dormiré aquí.

─ bien señor -ella se giró a verme.- hasta mañana señorita.

─ hasta mañana Estela, y gracias.

─ un placer. Con permiso.

Cuando se marchó, miré a Evan.

─ no quiero dormir contigo.

─ hace un mes que no dormimos juntos, al principio iban a ser sólo unos días, pero quería dejarte tranquila, por eso me he aguantado. Ahora ya estás bien, y tendrás que aguantarte, porque tú no estás en condición de pedir nada cuándo lo único que haces es portarte mal -fué hacia el baño.- por cierto, ya han empezado con los preparativos de la boda.

─ ¿qué? ¿de qué boda me hablas?

─ de la nuestra, ¿no te lo había dicho? se me pasó.

Y así tan tranquilo, después de decir esas palabras, entró al baño.
Me tumbé en la cama y pasé las sábanas por encima de mí.

Salió más tarde del baño y se acercó al armario.

─ ya deja de llorar.

─ te odio tanto Evan. Mataste a mi padre, me haz secuestrado, me pusieron implantes y ahora me obligarás a casarme contigo.

─ pero se te olvida mencionar lo bueno; dejé a tu madre viva y luego te permití ir a verla, que tú lo fastidiaras es otra cosa.

Apagó la luz y se tumbó a mi lado con su móvil.

─ quiero ver a mi madre -susurré.-

─ no -dijo sin despegar la vista del móvil.-

─ hace más de un mes que no sé nada de ella, que ni siquiera hablamos por teléfono. Debe estar preocupada. Deja que al menos la llame.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora