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*Narra Evan*

Me desperté temprano a pesar de ser domingo.
Miré a Bia que seguía durmiendo. Sonreí y me bajé de la cama.
Entré al baño e hice mis cosas. Al salir, me vestí con un chándal y traté de no hacer ruido para no despertarla.
Bajé y fuí al gimnasio.
Después de hora y media entrenando, volví a la habitación.
Ella estaba despierta pero seguía tumbada en la cama.

─ buenos días preciosa -dije sonriendo.-

─ buenos días -me devolvió la sonrisa. Apartó las sábanas y se sentó en el borde de la cama. Mordí mi labio y me acerqué a ella.-

─ dios mío Bia, eres tan preciosa y sexi -llevé la mano a su mejilla y la acaricié lentamente, me miró sonriendo. Cuándo mi dedo pulgar acarició sus labios, lo besó y volvió a mirarme. Yo estuve apreciando su precioso cuerpo durante unos segundos. Le extendí la mano, la aceptó y se puso de pié. Rodeé su cintura con un brazo y la pegué a mí. Llevé una mano a su nuca y la acerqué a mi boca. El beso fué lento y largo.- te tengo unas ganas tremendas -susurré cerca de sus labios.- cuento los días hasta el día de la boda.

Sonrió.

─ puedo imaginarlo -se separó un poco.- a la ducha, estás muy sudado.

Sonreí y levanté las manos para que viese que no volvería a tocarla estando sudado.

─ cómo ordenes muñeca.

Entré a la ducha. Estuve mucho rato.
Cuándo salí, ella cogió algunas cosas y entró al baño.
Me vestí y me senté en el borde de la cama a ver la televisión.
Ella salió vestida del baño y se acercó al mueble con espejo.
Tenía un vestido rosa ajustado a su cuerpo que hacía que su precioso culo resaltara más.
Me paré y me acerqué a ella, se estaba maquillando.
Al abrazarla por la cintura, me fijé por el espejo en su escote.

── Bia, ¿cuántos vestidos es que has comprado?

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─ Bia, ¿cuántos vestidos es que has comprado?

─ ¿ya vas a empezar, Evan?

Suspiré.

─ me gusta cómo se te ve, te queda muy sexi y tienes un cuerpo precioso, el problema son los otros hombres, no quiero que te miren -se separó y se puso de frente hacia mí.-

─ no, el problema eres tú, que eres tan controlador y celoso que desesperas a cualquiera. Es mi cuerpo y me gusta vestirme así. Si no quieres que los demás me vean, entonces tendrás que dejarme encerrada aquí, porque no cambiaré mi forma de vestir.

Se cruzó de brazos.
Nos quedamos mirándo un momento en silencio.
No quiero que estemos enfadados y mucho menos dejarla aquí encerrada por un bendito vestido.

─ no, perdóname -separé sus brazos y la abracé por la cintura pegándola a mí.- es que no soporto la idea de que otros te miren.

─ Evan, no hay de otra, para algo las personas tienen ojos.

─ sí, sí, ya sé. No quiero que estemos enojados.

Se separó de mí y volvió a mirarse en el espejo.
La abracé por detrás y aparté su pelo hacia un lado.

─ por favor muñeca -besé su hombro.- no quiero que estemos enojados.

Suspiró.
Cuándo besé su cuello, ladeó la cabeza para que tuviese más acceso a este. Sonreí y empecé a besárselo lentamente.

─ Evan, tienes que dejar de estar enojándote por mi ropa.

─ lo sé, pero es que me resulta difícil. Si de por sí tú eres guapa y sexi, con estos vestidos lo eres aún más, y eso hace que tengas las miradas de todos encima de ti.

La giré hacia mí y volví a besar su cuello. Cuándo succioné, soltó un gemido, lo que me hizo sonreír en su cuello.
Se giró y miró su cuello en el espejo.

─ ¡Evan! ¡mira lo que me hiciste!

Me reí.

─ no me hace gracia. Ahora tendré que taparlo con maquillaje.

─ ¡no! déjalo así y vamos a desayunar, deben estar esperándonos.

Suspiró y me miró.

─ no vuelvas a hacerme eso -caminó hacia la puerta.-

─ ya veremos -le di una nalgada.-

─ ¡Evan! -se frotó dónde le pegué.-

─ perdona, no podía resistirme -la tomé de la mano y bajamos.-

─ buenos días, perdonar la demora -dije. Mamá, Alan y Matt nos estaban mirando.-

─ buenos días hijo, buenos días Bia.

─ buenos días Esme. Chicos, que gusto que al fin hayan decido volver a la mesa con nosotros -dijo Bia.-

─ sí, perdón pero es que teníamos vergüenza -dijo Matt.-

─ ustedes para Evan son cómo su familia, no tienen que tener vergüenza -dijo mamá.-

─ exacto -dije yo.- tomen asiento.

Solté a Bia y le separé la silla para que se sentase, luego a mamá. Las dos estaban sentadas una al lado de la otra, y Alan y Matt, estaban uno al lado del otro en frente de ellas.
Me senté en mi silla, Bia quedaba a mi mano derecha y Alan a mi mano izquierda.

─ Alan, la semana que viene voy a viajar a Colombia, me llevaré a Bia y mamá, la casa se quedará a tu cargo. Llegará un cargamento, quiero que te encargues cómo siempre.

─ por supuesto señor. ¿Va a asociarse con su hermano?

─ sí. Estaremos una semana fuera.

─ entendido.

*Narra Bia*

Después de desayunar, nos pusimos de pié. Los chicos pidieron permiso y se alejaron.

─ yo voy a ir a mi casa -miré a Esme.-

─ no por favor, con usted tengo mucho tema de conversación, no se vaya -pedí. Ella sonrió.-

─ ¿por qué te vas? -preguntó Evan, que me abrazó por detrás y apoyó su barbilla en mi hombro.-

─ cómo nos vamos a ir a Colombia, tengo que ir a preparar la maleta y encargarme de algunos asuntos. ¿Cuándo nos vamos?

─ el martes por la tarde -le respondió Evan.-

─ entonces estaré aquí el martes por la mañana.

─ ¿tanto tiempo sin vernos? -pregunté.-

─ puedes llamarme por teléfono, podemos pasar horas hablando por ahí si quieres.

Asentí sonriendo.

Ella se despidió y salió.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora