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*Narra Evan*

Tres días. Tres benditos días tuve que esperar para poder verla, porque al fin el doctor le había dado el alta.
Ya podía bajarse de la cama y ducharse.
Le pedí a Estela que la ayudase a arreglarse.

Después de tocar, abrí. Las dos me miraron. Por fin la estaba viendo.
Nos quedamos mirándo en silencio. Ella me estaba mirándo mal, cómo siempre.

─ ¿qué me miras idiota?

─ Estela, gracias. Ya puedes salir -dije.-

─ nos vemos señorita.

─ gracias Estela -ella le sonrió.-

Cuándo Estela salió, la miré.

─ no vuelvas a hablarme así delante de nadie, ¿te queda claro?

─ o sea, que después de lo que me has hecho, ni siquiera puedo tener la libertad de insultarte.

Suspiré y me acerqué a ella. Le ofrecí la mano para que se pusiese de pié. Apartó mi mano y se puso de pié.

─ ¿qué quieres?

─ tengo una sorpresa para ti.

─ si no tiene nada que ver con mi muerte, no me interesa.

─ que chistosa estás.

─ ¿me ves riéndome?

Nos miramos en silencio. Sé que lo que quiere es sacarme de mis casillas, pero no lo conseguirá.

─ vamos, y desde ya te aviso, que cómo intentes escapar, te mato.

─ ajá.

─ ¿ya no te duele el pié?

─ no te importa -caminó delante de mí. Rodé los ojos y la seguí.- por cierto, quiero regresar a mi habitación.

─ lo siento mi amor, pero me temo que eso no será posible. Eres mi mujer, y cómo tal, dormirás conmigo.

Se detuvo y se giró a verme.

─ antes muerta, ¿me oyes?

─ ya lo veremos.

Volvió a caminar.

─ parece que todavía no te ha quedado claro lo que soy capaz de hacer -dijo mientras bajábamos.-

─ me ha quedado muy claro, créeme.

Cuándo salimos, le abrieron la puerta del coche. Después de entrar, entré yo.

─ ¿a dónde vamos? -preguntó mientras el coche salía.-

─ ya te lo he dicho, es una sorpresa -puse mi mano en su muslo. La apartó y me miró.-

─ no me toques.

Sonreí.

Una vez en la ciudad, fuimos a un residencial.
Al llegar a la casa, los dos bajamos. Saludé a los hombres que estaban en la puerta y la miré.

─ ¿lista?

─ si no hay de otra.

Sonreí y abrí. Fuimos hasta el salón.

─ ¿mamá? -preguntó con los ojos llenos de lágrimas.-

La señora Olivia se giró a verla.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora