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*Narra Evan*

Cuándo desperté miré a Bia, estaba durmiendo boca a arriba. Anoche no volvimos a hablar porque estaba enojada.
Levanté las sábanas y me colé por estas. Separé sus piernas y me puse en medio de ellas. Aparté su ropa interior hacia un lado y acerqué mi boca a su coño.

─ Evan -gimió. Sonreí aún con mi boca pegada ahí.-

Metió la mano por la sábana y tiró de mi pelo. Agarré sus muslos con fuerza.
Ella se movió levantando la pelvis. La bajaba y la subía siguiendo el ritmo de mi boca.

─ ¡oh mierda! ¡no pares!

No pensaba parar.

Explotó en mi boca sacudiendo su cuerpo varias veces.
Absorbí sus fluidos y me moví por debajo de la sábana hasta acabar encima de ella.

─ buenos días muñeca -dije sonriendo. Sonrió con las mejillas rosaditas.- no quiero que estés enojada conmigo. Te prometo que todo el mundo sabrá que tengo mujer.

Rodeó mi cuello con los brazos y me acercó a su boca. Nos dimos un beso pequeño.

─ no estoy enojada.

─ ¿de verdad?

─ de verdad -iba a hablar cuándo tocaron la puerta.-

─ ¡¿sí?!

─ ¡la señora Esme ha llegado! -gritó Estela del otro lado.-

─ ¡está bien! ¡gracias!

Le dí un beso rápido a Bia y me bajé de la cama.

─ tenemos que ducharnos y bajar a desayunar. Le dije al piloto que estaríamos allí en la tarde, tengo algunos asuntos que resolver antes de irnos.

Ella se bajó de la cama. Los dos entramos al baño, yo a la ducha y ella cogió su cepillo de dientes.
Cuándo salí, entró ella.
Me vestí con una ropa informal, cogí mi portátil y la maleta de Bia.
Bajé ambas cosas y volví a subir a por mi maleta.
Después de bajarla, fuí a la oficina y busqué la carpeta que me dió Alan el día que Bia se vino a vivir aquí. Cuándo la encontré, comprobé que ahí estaba el pasaporte de Bia, su carnet de identidad y varias cosas más referentes a ella.
Salí de la oficina y dejé la carpeta cerca de las maletas.

─ mamá -se giró a verme con una sonrisa.-

─ hola cariño -antes de abrazarme se detuvo y miró mis manos, específicamente las vendas. Después de ducharme, tuve que ponerme pomada y colocar unas vendas limpias porque aún los nudillos estaban muy mal.- ¿qué ha pasado?

─ un imbécil intentó abusar de Bia -al pronunciar aquellas palabras, sin poder evitarlo, volví a enojarme al recordarlo.-

Mamá, en shock, pestañeó varias veces seguidas.

─ ¿qué? pero...¿uno de tus hombres?

─ no. El domingo, después de que te fuiste, vinieron unos hombres con los cuales suelo hacer negocios. Entre ellos estaba Maximiliano, que en cuánto vió a Bia, empezó a decir porquerías. Bia pasó por su lado porque tenía que contestar la llamada de su madre, y ese asqueroso le dió una nalgada.

─ lo mataste, ¿verdad?

─ aún hay más, mamá -tomé aire.- lo golpeé y luego lo eché de aquí. Esa misma noche, vino con un ejército de hombres y nos atacó. Logró distraernos y se coló aquí. Por suerte, cuándo me dí cuenta, subí corriendo. El maldito la tenía en el suelo manoseándola. Ya puedes imaginarte cómo me puse. Y sí, lo maté.

Ella me estaba mirando con los ojos abiertos cómo platos.

─ ¿pero cómo dejaste que pasara eso? no debiste bajarla, sabes que esos hombres quieren lo que tienen los demás. Debiste dejarla con uno de tus hombres.

─ sí, lo sé, fué un error mío.

─ ¿pero y ella? ¿cómo estaba después?

─ estaba en shock. Cuándo la tumbé en la cama, no me dejó despergarme de ella porque tenía miedo -rasqué mi nuca nervioso.- ¿puedes creerlo? por mi metedura de pata la hice vivir algo fatal, si ese maldito la hubiese violado, yo no me lo hubiese perdonado nunca. Bia es...algo increíble en mi vida, no puedo hacerle y dejar que le hagan más daño.

Mamá sonrió y acarició mi mejilla.

*Narra Bia*

Había escuchado la conversación de ellos dos. Concretamente, a partir de dónde Esme decía que esos hombres quieren lo que tienen los demás.

─ hola Esme -caminé hacia ellos cómo si apenas hubiese bajado las escaleras. Los dos me miraron.-

─ hola preciosa -terminamos de acercarnos y nos dimos dos besos.- ¿cómo estás? Evan me contó lo que pasó.

─ gracias a dios Evan entró en la habitación antes de que la cosa fuera a más. Ahora estoy bien, fué un susto muy desagradable.

─ que bueno que estás bien -las dos nos abrazamos.-

─ gracias Esme.

Evan se acercó y me cogió una mano, acarició el dorso de esta y me miró. Sé que todavía se siente culpable por lo que pasó referente al cerdo de Maximiliano, lo que me alegra.
Esme se alejó hacia la mesa.

─ estás preciosa.

─ gracias.

Cómo íbamos a estar muchas horas de vuelo, opté por un vaquero azul, una camisa de cuadros blancos y negros, que estaba abotonada más a abajo de mis pechos, dejando ver mi sujetador negro. Me había puesto unas converse negras y dejado mi pelo suelto.

Con su otra mano, me tomó de la cintura y me pegó a él

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Con su otra mano, me tomó de la cintura y me pegó a él.

─ sé que mueres por ver a tu madre, vamos a estar una semana fuera. Así que después de desayunar, ve a verla, puedes quedarte a comer con ella.

Y todo porque se siente culpable.
Sonreí para mis adentros.

─ ¿no te importa? puedo estar un rato con ella y luego venir a comer contigo.

¡Por supuesto que quería comer con mi madre! Sólo estaba intentando ganármelo más.
Sonrió y acarició mi mejilla.

─ no, come con ella. Me da tiempo a ir a la empresa, así que aprovecharé estas horas.

─ de acuerdo. ¿Puedo pedirle a Esme que me acompañe?

─ por supuesto preciosa.

Nos dimos un beso pequeño y luego nos acercamos a la mesa.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora