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*Narra Evan*

Cuándo bajamos al patio, había un círculo. Alan venía detrás de mí con ella en brazos.
Los hombres se hicieron a un lado dejándonos ver a la sirvienta arrodillada en medio.

─ ¿qué vas a hacer? -preguntó Bia asustada.-

─ así que pretendía ayudar a mi futura mujer a escaparse -dije mirando a la sirvienta, la cuál estaba llorando.-

─ no señor.

─ ¿entonces lo que escuché hace un rato me lo estoy inventando?

─ señor -perdí la paciencia y le disparé en la frente.-

─ ¡no! -gritó Bia. Me giré a verla.-

─ ¿ves princesa? ¿ves lo que me has hecho hacer? -me acerqué a ella y la tomé por la barbilla.- esto es lo que le pasará a cada persona que intente ayudarte, espero que ahora sí te haya quedado claro.

Me giré a ver a los demás.

─ la mujer que tiene Alan en brazos, será mi futura esposa, por lo tanto, el que se atreva a traicionarme, lo pagará con su vida. Cuando les pida ayuda para escaparse, lo mejor es que hagan cómo que no la escucharon, porque de lo contrario, pasará esto, espero que les haya quedado claro. ¡Todos a trabajar!

Me acerqué a Alan y cogí a Bia de sus brazos.

─ coge mi pistola -Alan la cogió.- encárgate de la mujer y pídele a Matt que suba a llevarme el arma.

─ enseguida.

Cuando entramos a casa, me detuve antes de subir.

─ ¡Silvia!

─ señor -se acercó rápido.-

─ prepara la cena y sube una bandeja para Bia.

─ enseguida señor.

Mientras subía, me fijé en ella, que no ha dejado de llorar desde que disparé.

─ ya deja de llorar.

─ la mataste.

─ ¿ya me tienes confianza cómo para tutearme?

─ te tuteo porque no mereces respeto de mi parte, eres un maldito asesino.

La lancé a la cama y me acerqué a ella. La tomé muy fuerte por la mandíbula.

─ te gusta provocarme.

─ aquí tiene el arma señor -dijo Matt acercándose, cuando la cogí se marchó. Al ponerla en la frente de Bia sentí lo nerviosa que se puso, lo que me hizo sonreír.-

─ ¿qué? ¿ya no eres valiente?

─ hazlo, mátame. Te lo ruego.

─ te juro que lo haría, pero sería un desperdicio. Verdaderamente me pareces guapa, y por supuesto quiero que tu padre se revuelque en su tumba.

Llevó la mano a la pistola, cerró los ojos con fuerza y apretó el gatillo.

─ se vé que nunca habías visto o tocado una pistola -dije sonriendo. Abrió los ojos y me miró mal. Aparté la pistola y se la mostré desde lejos.- tiene el seguro puesto -lo quité.- ahora sí podrías dispararte.

─ si no lo quieres hacer tú, déjamela que lo hago yo.

─ creo que si te la doy, me matarías.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora