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*Narra Evan*

Bia se había pasado de tragos, yo estaba bien, no podía permitirme emborracharme porque no quería descuidarla, a parte de que nunca me emborracho. Siempre paro cuándo la bebida empieza a hacerme efecto.

─ deberíamos irnos -le dije a mi hermano, yo tenía a Bia sujeta por la cintura para que no se cayera al suelo.-

─ ¿tan pronto? -preguntó él.-

─ Alexander, van a ser las tres de la mañana -dijo mamá.-

─ yo estoy muy cansada, mejor vámonos -dijo Mirella. Él rodó los ojos.-

─ ya ni modo -dijo y caminó hacia Robert. Se dijeron algunas cosas y luego se acercaron.-

─ ha sido un placer tenerlos aquí -miró a Bia y sonrió. Cuándo la tomó de la barbilla para verla a la cara, aparté su mano molesto.-

─ nada de tocar -dije.-

─ de acuerdo, perdona -miró a mamá y a Mirella.- espero que lo hayan pasado bien, nos vemos pronto.

Salimos de ahí, metí a Bia en el coche, me costó un poco porque no dejaba de reírse y de moverse.
Al llegar a casa la tomé en brazos y la llevé a la habitación. La tumbé en la cama y le quité las zapatillas.
Suspiré cuándo tocaron la puerta.

─ nena.

─ mmm...

─ quítate el vestido y ponte el pijama.

Logré hacerla sentarse y salí de la habitación.
Alexander me dijo algunas cosas que haríamos mañana, quería enseñarme las rutas que harían los kilos de cocaína.
Cuándo terminamos de hablar, entré a la habitación. Su vestido estaba tirado en el suelo y tenía una camiseta mía puesta.
Recogí su vestido y lo dejé en el sofá, levanté las sábanas y la acosté, después de taparla, entré al baño.
Salí en boxer, apagué la luz y dejé la lámpara de noche encendida.
Me tumbé a su lado y la miré durante mucho rato.

─ sería genial que te enamoraras de mí -susurré.- mañana te enojarás cuándo me veas pasando de ti nuevamente, pero es que tengo que tener un límite contigo -acaricié su mejilla.-

*Narra Bia*

Cuándo desperté, lo miré, seguía durmiendo a mi lado.
Escuché lo que me dijo anoche, porque en realidad yo no estaba tan borracha y tampoco estaba dormida.

Así que te jodiste lindo. Hoy he decido enfermarme, y sé que ante eso, no podrá evitar estar a mi lado.

Cerré los ojos cuándo se movió un poco. A los minutos se bajó de la cama y entró al baño.
Duró mucho tiempo porque se estaba duchando.

─ Bia.

No le respondí. Lo escuché acercarse más.

─ Bia, despierta.

Abrí los ojos lentamente.

─ arréglate, vamos a desayunar.

Él ya estaba vestido, me miró una última vez y salió de la habitación.
Me bajé de la cama y me duché, salí y me puse otra camiseta suya, esta era negra.
Me metí en la cama y puse los dibujos animados.

─ ¿qué haces otra vez acostada? -dijo entrando.-

─ no me siento bien, me duele mucho la barriga y la cabeza.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora