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*Narra Bia*

Evan me había dicho que en la tarde vendrían unos amigos suyos, y cómo yo no quería estar presente, subí a la habitación y abrí la maleta encima de la cama. Encendí la televisión y fuí haciendo la maleta con la ropa que me llevaría a Colombia.

Cuándo la puerta se abrió, miré a Evan unos segundos y luego continué con lo que estaba haciendo.

─ mis amigos quieren conocerte, pero no creo conveniente que bajes con ese vestido.

Suspiré.

─ no voy a cambiarme de ropa sólo para bajar unos minutos. Así que decide, bajo vestida así, o no bajo.

Me miró durante unos segundos sin decir nada. Se cruzó de brazos y frunció el ceño.

─ ¿desde cuándo eres tú que puedes dar a elegir?

Yo también me crucé de brazos.

─ se llama igualdad Evan, así cómo tú me pones unas reglas, yo te pongo las mías. Tengo derecho a decidir sobre mi ropa, y si ni siquiera quieres dejarme vestir cómo me gusta, olvídate de que nos llevaremos cómo nos estamos llevando.

Miró mis pechos unos segundos y mordió sus labios, se acercó a mí y me abrazó por la cintura, cuándo aparté sus manos, suspiró.

─ escucha, no estoy acostumbrado a que las mujeres hagan lo que ellas quieran, las chicas que he traído aquí, hacen siempre lo que yo digo, por eso me cuesta dejarte hacer todo lo que pides.

─ si ellas quisieron ser sumisas, pues perfecto, pero yo no. Si tú quieres que los dos estemos bien, pues tendrás que aguantar que yo tome algunas decisiones, al menos sobre mí misma.

Nos quedamos mirándo fijamente en silencio.

─ ¿y bien? -pregunté.-

─ tú ganas -resopló.- pero que no se te ocurra cruzarte de brazos -separó mis brazos que los había vuelto a cruzar.- no quiero que esos babosos te miren los pechos.

─ está bien.

─ vamos -me cogió de la mano y salimos.- estás enfadada, ¿verdad?

─ ¿tú qué crees? no sé cuántas veces más discutiremos sobre mi ropa.

Se detuvo en el pasillo y tiró de mí hacia él.

─ anda, no estés así, por favor, en la mañana ya pasamos por lo mismo.

─ exactamente, y parece que tú no aprendes.

─ luego te pediré perdón mil veces, pero ahora alegra un poco esa carita hermosa que tienes -frotó la punta de su naríz en mi mejilla.- ¿sí?

Sonreí.

─ está bien.

─ bien -me dió un beso pequeño y luego volvimos a caminar.-

Al bajar al salón, habían seis hombres a parte de Alan y Matt.
En cuánto me vieron, me deboraron con la mirada, eran unas miradas cochinas.

─ ha merecido la pena esperar -dijo uno parándose. Me extendió la mano, cuándo la acepté, la acercó a su boca y besó el dorso de esta.- encantado, soy Maximiliano.

Asentí incómoda.

Los demás se presentaron, pero no de la forma en la que lo hizo Maximiliano, ellos simplemente me dijeron sus nombres, cosa que agradecí.
Evan se sentó y me invitó a sentarme encima suyo.
Así hice. En ese momento prefería eso a tener que sentarme al lado de alguno de esos asquerosos que me miraban con morbo.
Estaba sentada de lado en las piernas de Evan, él me estaba abrazando por la cintura con uno de sus brazos.

─ vaya mujeron Evan, debes montártelo muy bien con ella, quiero encontrar una así, con unos buenos pechos cómo los de tu mujer -comentó Maximiliano con una sonrisa. Lo miré enojada. Cuándo Evan hizo fuerza con su brazo en mi cintura, lo miré de reojo, estaba con el ceño fruncido mientras miraba a Maximiliano. A él también le ha molestado lo que ha dicho.-

─ más respeto Maximiliano -dijo Evan.- estás hablando de mi mujer.

─ ¡uy de acuerdo!

─ Maximiliano, deja de comentar tonterías y vayamos al grano -dijo otro de los hombres.- los negocios.

Los demás asintieron.

Estuvieron hablando sobre unos cargamentos y unas rutas, la verdad es que yo no estaba prestando atención.
Debí hacer todo lo posible por quedarme en la habitación. Porque ahora estaba muy incómoda.

─ disculpen -todos miramos a Estela.- su madre está al teléfono -dijo mirándome.-

─ ve -dijo Evan.-

Me puse de pié.

─ con permiso -dije mirándolos. Al pasar por el lado de Maximiliano, me dió una nalgada, pegué un grito por el susto.-

─ ¡maldito! -le gritó Evan. Que se paró y se acercó a él. Los dos de repente se estaban pegando.
Matt me pidió que me fuera a la habitación.
Me alejé y fuí hacia las escaleras, pero no las subí. Me quedé escondida en una pared observando la pelea.
Cuándo Alan disparó hacia el techo, los dos dejaron de pelearse.- ¡todos fuera de mi casa!

─ miren cómo se pone por una putita -dijo Maximiliano sonriendo con los dientes llenos de sangre. Evan iba a golpearlo nuevamente pero Alan no lo dejó.-

Mientras Matt los sacaba, Evan no dejaba de soltar insultos.
Cuándo por fin salieron, Alan le dijo unas cosas a Evan y también salió.

─ Evan -dije acercándome. Se giró a verme enfadado.-

─ ¡¿ves?! ¡¿ves lo que provocaste con ese maldito vestido?! ¡ahora tendré que matar a ese maldito cerdo!

─ ¡no es mi culpa que sea un maldito degenerado! ¡que lleve este tipo de ropa no lo invita a tocarme! ¡puedo vestirme cómo yo quiera!

No dijo nada durante unos segundos.

─ haz lo que quieras, joder -dijo al fin y fué hacia las escaleras.-

Me quedé ahí unos segundos. Luego recordé la llamada de mamá y fuí a la oficina de Evan.
Hablé con ella durante mucho rato.
Después de colgar, fuí a la cocina a por una compresa fría y subí a la habitación.
Me había fijado en el morado que se le había formado a Evan en un pómulo.
Cuándo entré a la habitación, los dos nos miramos.
Estaba mojado con una toalla en la cintura. Terminó de acercarse a la cama y dejó la ropa encima de esta.
Se quitó la toalla dejando su miembro al aire.
Abrí los ojos cómo platos y aparté la mirada.
Esperé unos minutos y volví a mirar. Ya tenía puesto la parte baja de un chándal.
Me acerqué a paso lento hacia él. Justo cuándo llegué a su lado, se giró de frente hacia mí y nos quedamos mirándo.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora