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*Narra Bia*

Evan me cogió de la mano y entrelazó sus dedos con los míos. Lo miré sonriendo.
Cuándo pasamos por la puerta, todos los presentes nos miraron.
Las mujeres se comían a Evan con la mirada. Cuándo me veían a mí, sentía el odio de ellas hacia mí, no sé si porque estaba llamando la atención de todos los hombres, o porque tenían envidia de ver a Evan tomando mi mano.
Nos acercamos al amigo de Alexander.

─ que bueno que vinieron -era de piel oscura, tenía los ojos marrones, estaba igual de fuerte que Evan y era muy guapo. Tomó la mano de Mirella y le besó el dorso.- buenas noches Mirella.

─ buenas noches Robert.

Saludó a Esme y luego me miró a mí. Me miró de arriba a bajo sin ningún disimulo, Evan se tensó a mi lado.

─ ¡wow! -acepté su mano. Besó el dorso de la mía sin dejar de mirarme.- un gusto encanto, soy Robert, para servirte.

─ encantada Robert, soy Bia.

Miró mi mano y la de Evan, luego lo miró a él.

─ ¿es tu mujer?

─ así es -dijo Evan sonriendo.-

─ tienes suerte cabrón, ya estaba decidido a conquistarla.

Sin duda me hubiese dejado conquistar por ti.

─ vete a buscar a otra parte, es mía -Robert se rió y luego abrió los brazos. Evan soltó mi mano y lo abrazó.-

─ hace años que no nos veíamos idiota -le dijo Robert.-

─ lo mismo digo, gracias por invitarnos.

─ encantado -me miró unos segundos y luego volvió a mirar a Evan.- cuídala, no todos tenemos tu suerte.

─ créeme que lo hago -le respondió Evan.-

Robert le sonrió.

─ enseguida les traerán unos tragos, pónganse cómodos.

Cuándo se alejó, miré a Evan.

─ mentiroso -me solté de su mano y me crucé de brazos.-

─ ¿qué?

─ no me cuidas, desde anoche estás pasando de mí.

Me abrazó por la cintura y me pegó a él.

─ Bia -lo interrumpí.-

─ anoche estábamos bien hasta que derepente te pusiste raro. Tú siempre estás pendiente de mí, pero hoy parece que me odias.

Suspiró.

─ no te odio muñeca.

─ si ya no quieres estar conmigo entenderé, cuándo regresemos a la casa me iré a otra habitación -logré llenar mis ojos de lágrimas.-

─ no digas tonterías. Quiero estar contigo, es sólo que esto es nuevo para mí, no vayas a llorar.

Tomó mi cara con ambas manos y me besó.

Lo conseguí.

El beso fué lento y largo. Mordí su labio sin hacerle daño.
Al separarnos, miró mis pechos unos segundos y luego me miró a la cara.

─ te he dicho muchas veces que no te cruces de brazos cuándo usas este tipo de ropa -separó mis brazos.- tus pechos resaltan aún más si estás de brazos cruzados.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora