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*Narra Bia*

─ Quiero que cuentes.

Ahora me encontraba apoyada en mis rodillas, con mi pecho apoyado en la cama y mi culo levantado hacia él.
Seguía atada y con los ojos vendados.

─ ¿qué?

─ ahora son siete -recorrió mi columna vertebral lentamente con la yema de sus dedos erizándome la piel.- he sido bastante claro.

Acarició mi lado de nalga derecha. Derepente, dejó caer su mano con fuerza dónde estaba acariciando antes.
Por el dolor, apoyé aún más mi pecho en la cama.

─ cuenta.

─ uno -dije.-

Acarició justo dónde me pegó y luego sin más volvió a dejar caer su mano con fuerza en el mismo lugar.
Este vez, gemí más fuerte y me removí por el dolor.
Quería acariciar mi nalga, pero mis manos atadas me lo impedían.

─ dos -dije cuando recobré la compostura.-

Esta vez, no esperó mucho y volvió a dar una nalgada en el mismo lugar.
Grité alto.
Me estaba doliendo pero era un dolor excitante.

─ tres.

Acarició lentamente dónde me pegó.

─ si te hubieses mantenido calladita, esto no estuviera pasando. Pero es que no respetas las normas, nena.

Justo cuando acabó de hablar, volvió a darme en el mismo lugar.
Mis rodillas flaquearon a la vez que yo gritaba.
Mi cuerpo se estaba dejando caer en la cama, pero él me tomó de la cintura y volvió a colocarme cómo en el principio.

─ no te estoy escuchando contrar.

─ cuatro -dije con la voz entrecortada.-

Acarició mi otro lado de nalga, lo que me tranquilizó. Ya me estaba preocupando que me dejara sin mi lado de nalga derecha.
Podía asegurar que ahí estaban marcados sus dedos y que además, hasta podría parecer que sangro.

Dió una nalgada en mi lado izquierdo, lo sentí cómo una estocada. Mi cuerpo se movió un poco hacia delante y gemí.

─ cinco.

Dió la siguiente nalgada sin antes haber acariciado dónde me había pegado.
Dejé caer mi cuerpo a la vez que soltaba un grito.

─ dilo -pidió.-

─ s-seis -hablé cómo pude.-

Sentía mis dos nalgas arder.
Ya podía imaginarme las pobres, debían parecer dos fogones encendidos por culpa de lo rojo que estarían.

─ no te he dicho que te acuestes -sujetó mi pelo y tiró obligándome a pararme. Me puse de rodillas, sólo que estaba vez mi pecho no estaba apoyado en la cama, sino que, yo estaba recta.-

Cuándo pegó su pecho desnudo a mi espalda, mordí mi labio.
No sabía qué sería lo siguiente que me haría, pero moría por descubrirlo.

Puso sus manos en mi bajo vientre y con las yemas de sus dedos fue subiendo mientras trazaba algún que otro pequeño círculo en mi piel.
Cuando llegó a mis pechos, cogió uno en cada mano y los masajeó.
Solté un gemido cuándo pellizcó mi pezón izquierdo.
Lo sentí moverse en la cama, a mi lado. Parecía que estaba delante de mí, porque me tomó de la cintura.

déjate llevar -me invitó a moverme un poco al lado izquierdo.- estoy sentado con la espalda apoyada en el cabecero, quiero que pases una pierna y te sientes encima de mí.

Cuándo estuve lo suficientemente pega a él, tomó mi pierna y me ayudó a pasarla hacia el otro.
Al quedar encima suyo, su pene, que estaba erecto apuntando al techo, rozó mi piel, lo que me llevó a morder mi labio.
Cogió su miembro y lo frotó en la entrada de mi vagina. Subía hasta mi clítoris y volvía a bajar.

quiero que entres ya -dije desesperada.-

espera un poco más, nena.

no -solté en un gemido.-

de acuerdo.

Dejó su miembro en mi entrada. Mordí mi labio a la vez que iba sentándome.
Tuve que parar un momento y luego continuar.
Luego empecé a subir a bajar, pero no llegaba al final.

n-necesito que me...sueltes...quiero tocarte.

todavia no.

por favor.

Lamió uno de mis pezones haciéndome gemir.
Llevó las manos a la parte baja de mi trasero y me ayudó a subir a bajar.

baja más princesa, todavía te entra más.

Le hice caso y bajé más.

oh mierda -gemí.-

Me quedé quieta. Él aprovechó y soltó mis manos. Enseguida me quité la braga de los ojos y lo miré. Tenía una mirada penetrante y juguetona.
Me acerqué a su cara con una sonrisa.

eres malo.

¿te gustado?

el estar con los ojos vendados y las manos atadas, hacen vivir sensaciones no vividas antes. El no poder tocarte me estaba desesperando.

ahora ya puedes tocarme -lo besé. Bajó sus manos por mi cuerpo hasta mi cintura. Sin separar nuestros labios, llevé las manos a sus hombres y subí y bajé, haciéndolo sonreír.-

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora