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*Narra Evan*

Cuándo acabé con todo el trabajo, subí a la pista de aterrizaje.
Siempre suelo irme en coche, pero aveces me parece un coñazo tener que durar tres horas para llegar, cuando yendo en helicóptero tardamos unos quince o veinte minutos.
A parte, me urge ver a la chica.

Después de veinte minutos, el helicóptero aterrizó en el enorme patio trasero de la casa.
Me alejé corriendo.
Le dí la vuelta a la casa hasta llegar a la entrada.

─ señor, el doctor vino a verla, tiene un esguince. Le hizo un vendaje y le recetó unas pastillas.

─ ¿las mandaste a comprar?

─ sí, no tardan en traerla.

─ bien, gracias.

Subí y entré. Dejé el maletín en mi oficina y subí a su habitación.
Estaba durmiendo.

─ hola Matt.

─ hola señor -se paró del sofá y se acercó.-

─ ¿todo bien con ella? -susurré.-

─ le pidió al doctor que la ayudase a escapar, le dijo que usted la tiene secuestrada.

Sonreí.

─ de acuerdo, gracias. Espera en la puerta.

Asintió y salió cerrando la puerta.

Me fijé en la sábana que estaba atada a la pata del armario, éste estaba movido de su lugar.

─ que loca -susurré sonriendo.-

Me fijé en ella, la cama tenía unas sábanas nuevas puestas.
Fruncí el ceño cuando ví la bandeja que le traje en la mañana. Me acerqué.
El desayuno seguía ahí.
Me senté en el borde de la cama, cerca de ella.
La miré durante mucho rato.
Lo cierto es que es preciosa.
Tiene las mejillas ligeramente rosas. Cuándo toqué una de ellas, me dí cuenta de que estaba húmeda por las lágrimas.
Aparté la mano cuando movió su cara. Sus ojos chocaron con los míos cuando despertó.

─ ¿te duele mucho?

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

─ déjeme ir por favor.

─ ¿cómo es que te llamas?

─ Bia.

─ Bia, no te dejaré ir, aceptalo. ¿A dónde creías que ibas a llegar escapándote? no hay casas cerca, y ese bosque que hay ahí al lado, me pertenece, si te perdías ahí, tarde o temprano te iba a encontrar. Y por cierto, el doctor está de mi parte, es el que nos cura a todos cuando sufrimos altercados. Le estoy pagando una suma muy alta cómo para que me traicione, y ayudándote a escapar lo único que ganaría sería su muerte.

─ yo-yo tengo novio, cuando vea que no aparezco, comenzará a buscarme. Es mejor que me deje ir ahora.

Sonreí.

─ ¿sabes? si ayer hubieses llegado más tarde a tu casa, lo más probable es que no te hubiera visto y andarías por ahí, pero es que cuando te ví, supe que eras lo más valioso para tus padres, por eso Albern nunca me había hablado de ti, para protegerte. Yo no sabía de tu existencia hasta anoche. Tristemente llegaste antes de que nos fuéramos. Escuchaste que le dije a tu padre que serías mi mujer, y eso serás -me puse de pié.- quiero que siempre tengas en claro que le dí muchas oportunidades a tu padre para que dejase de robarme o me dijese la verdad. Lo habría perdonado por los años de amistad que teníamos, pero prefirió ser un cobarde.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora