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*Narra Evan*

─ ¿la amenazaste para que se comporte así? -preguntó serio cuándo ellas se fueron. Lo miré, tenía el ceño fruncido y parecía enojado.-

─ por supuesto que no idiota, simplemente decidí tratarla bien, no tenerla encerrada, dejarla ver a su madre y complacerla en todo lo que me pide. Eso ha hecho que los dos nos llevemos bien y que haya empezado a aceptarme.

─ ¿seguro? ¿me estás diciendo la verdad?

─ claro que te estoy diciendo la verdad.

─ bueno...y entonces, ¿la muerte de su padre? ¿ya se le olvidó que lo mataste?

─ ella no me ha hablado del tema y prefiero que no lo haga. Sé que debe odiarme por eso, aunque no diga nada. Si pudiese dar marcha atrás en el pasado, no hubiese matado al desgraciado de su padre sólo por ella, por no hacerle daño.

─ te has enamorado -dijo sorprendido con los ojos más abiertos de lo normal.-

Suspiré.

─ y muy rápido que me he enamorado de ella, deberías verla cuándo es cariñosa conmigo, me he vuelto un maldito blandengue por ella. Cuándo estuvimos en Colombia decidí alejarme un poco de ella porque estoy tan enamorado que me da miedo, pero mi alejamiento no duró mucho porque la estaba haciendo sentir mal, estaba enojada conmigo por eso, ¿puedes creerlo? a lo mejor ella también se está enamorando de mí.

Él asintió varias veces, luego dijo:

─ pero no te confíes del todo hermano, tú siempre has sabido cuándo te están engañando, no quiero que por andar así de enamoradizo y centrado en ella, te la juegue y a ti no te de tiempo a hacer nada. Trata de pensar en ti también.

─ no he descartado eso, la he dejado salir tantas veces y en ninguna ha intentado escaparse, que eso me da algo de confianza y me hace pensar que está bien conmigo. También pienso en mí, te lo aseguro.

─ eso espero Evan, eso espero.

Nosotros fuimos a la habitación dónde tengo la mesa de billar y un minibar. Serví unos tragos y nos pusimos a jugar mientras hablábamos.

Cuándo escuché el coche llegar, los dos salimos.
Mamá y Ana venían delante, Bia le dijo algunas cosas a Matt, éste asintió y se dirigió hacia las escaleras con las bolsas.
Ella se acercó a mí, pasó los brazos por mi cuello y dejó caer su peso sobre mí, la sujeté con fuerza por la cintura.

─ ¿encontraste lo que buscabas?

─ sí, gracias -cuándo puso los morros para que la besara, sonreí y me acerqué a su boca.-

─ bebé preciosa -susurré cerca de su boca, sonrió y me dió un beso más.-

─ tengo hambre -hizo pucheros.-

─ la cena ya debe estar lista -acaricié una de sus mejilla y mordí mi labio sonriendo. Se ve tan tierna haciendo pucheros.-

─ señor, la mesa está lista -dijo Estela.-

─ gracias, vamos.

Ellos caminaron delante. Cuándo Bia se giró, mordí mi labio, esa falda corta me pone loco.
La abracé por detrás impidiendo que siguiera caminando.

─ quítate la braga y dámela -le susurré.-

─ ¿qué? -se giró para verme. Supongo que mi cara lo decía todo, porque dejó de fruncir el ceño y sonrió.- ¿por qué quieres que me la quite?

─ sabes porqué.

─ dímelo -susurró.-

Ya sentía mi pene, cada vez estaba más grande dentro de mis pantalones apretados.

─ estás muy sexi con esta falda corta, me he puesto cuándo te giraste, y me pondré aún más cuándo tenga tu ropa interior.

─ ¿qué harás con mi ropa interior?

─ quedármela para mí. Voy a fantasear durante la cena sabiendo que estarás desnuda debajo de esa falda.

Hice silencio porque Matt pasó por nuestro lado.
Cuándo desapareció, volví a mirarla.

─ quítamelo -susurró muy sexi mientras sonreía de una manera muy traviesa.-

─ ¿quieres que lo haga yo? -pensar en esa idea terminó por hacer que mi pene llegara al máximo. Lo sentía tan apretado dentro de mis vaqueros que hasta me dolía.

Se acercó un poco más y mordió mi labio inferior.

─ si quieres mi tanga, quítamelo -susurró sobre mis labios.-

─ ¿tienes un tanga? -eso me excitó aún más. Sonrió.-

─ es lo que siempre uso amor, menos para dormir.

Sin despegar la mirada de ella, metí las manos por su falda, cuándo di con el tanga, tomé las delgadas cuerdecitas y la bajé lentamente. Me agaché, ella levantó una pierna y luego la otra, cuándo tuve en mis manos el tanga negro, me fué imposible no olerlo. Lo olí sin apartar la mirada de ella, está tan cachanda cómo yo. Acaricié una de sus piernas, lo fuí haciendo mientras subía, hasta que la colé en la falda y acaricié su culo.

─ huele delicioso -dije cerca de su boca.- me voy a volver loco.

─ ¡Evan! ¡¿todo bien?! -gritó mamá. Yo no podía gritarle de vuelta, suponía que si lo hacía, me saldría casi en forma de gemido.-

─ respóndele -le susurré. Mi voz salió un poco más ronca.-

─ ¡sí! ¡ahora vamos! -le gritó Bia.-

Se acercó más y me besó. Con mi mano que aún seguía metida en la falda, apreté un poco su culo. Sonrió y se separó.

─ vamos antes de que venga alguien -susurró.-

Hubiese preferido quedarme con ella a solas de una vez por todas, pero no podía hacerle algo así a mis amigos.
Ella caminó delante, me esforcé en no mirar su culo y guardé el tanga en mi bolsillo del vaquero.

─ disculpen, es que quería preguntarle algunas cosas a Evan -dijo Bia. Aparté su silla para que se sentara.-

─ no se preocupen, todo bien -dijo mi amigo.-

Me senté en mi silla. Bia me sirvió la cena.
Me fué difícil seguirle la conversación a mis amigos o centrarme en comer, no dejaba de pensar en que Bia estaba sin ropa interior y que yo tenía su tanga metido en mi bolsillo.

No puedo enamorarme de ti ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora