Capítulo 9

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"Todo santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro"

~Oscar Wilde.

*****

Khloe

Despierto de golpe con la respiración agitada y llena de terror. Estoy sudando y el corazón me martillea en el pecho, dándome esa sensación de que en cualquier momento se me saldrá por la boca. Tiemblo como un animal asustadizo y me siento en la cama antes de abrazar mis rodillas con fuerza. Miro a mi alrededor, confundida, desorientada y sin saber que este lugar y porque estoy aquí.

Unas ganas de llorar se apoderan de mí, aun así, no dejo que las lágrimas salgan. Ya no debo llorar por fantasmas del pasado, pues hacerlo solo traerá todo de nuevo y le dará mas importancia de lo que ya tiene. La oscuridad aumenta el pánico que siento y sé que si no me calmo terminaré teniendo un ataque del que será difícil tranquilizar.

Recuerdo la sangre, los gritos, las suplicas. Recuerdo unos ojos negros como la noche, otros azules como el cielo mismo y a la vez tan fríos como el hielo ¿A dónde fue todo eso?

Un pequeño sollozo se me escapa y me tapo la cara cuando siento que la garganta se me cierra, impidiendo que pueda tomar aire.

Respira, Khloe, respira...

Cierro los ojos volviendo en sí. No puedo permitirme caer en la debilidad, no ahora que estoy fuera, con la oportunidad de mi vida en mis manos. Estoy aquí, lejos de todo, dispuesta a trabajar con quien sea para lograr mis objetivos, llorar es lo que menos debo hacer. Relajo mis músculos tensos y seco el sudor que cae por mi frente en gotas gruesas, tengo toda la ropa de dormir empapada al igual que mi cabello.

Fue una pesadilla. La cual se repite una y otra vez todas las noches a la misma hora. Una pesadilla que en algún momento, fue una terrible realidad y que ahora me persigue cada vez que cierro los ojos.

Siempre es lo mismo, mis demonios vienen en la noche, trayéndome recuerdos que es mejor dejarlos en lo más oscuro de mi cabeza. Todo se repite como si de una película se tratara, recordándome que muchas cosas en mi pasado salieron mal por mi cobardía, por dejar que me controlen.

Si es cierto que hice cosas de las cuales no siento arrepentimiento, mucho menos culpa. Excepto en una ocasión en la cual yo estuve presente y que por más que quise detener lo que estaba pasando, no pude, por el simple hecho de que me tenían como un perro amarrado a la cadena, caminando al mismo tiempo que su dueño. Orinando donde tenía que orinar, morder a quien me ordenaban cuando en esa ocasión yo no quería hacerlo, y que a la mínima negativa habría consecuencias devastadoras De.saber que terminaría con la conciencia torturándome todos los días de mi vida, hubiera sido mejor desaparecer del radar. Prefiriendo mil veces la paz mental que haber vivido hasta el cuello de problemas durante años.

Pero ya todo pasó, bueno o malo, está hecho y solo quedaba vivir con ello.

Suspiro volviendo a dejarme caer contra el colchón y trato de recobrar el sueño. No puedo, es imposible. La pesadilla me ha quitado cualquier rastro de somnolencia y así de cien vueltas en la cama, no logro recuperarlo. Nada más eso me faltaba. Mañana tengo que madrugar y tengo la impresión de que será un día difícil.

Miro hacia el reloj que está colgado encima del marco de la puerta y casi lloriqueo.

Faltan dos horas para volver al infierno. Genial.

De la nada, el color azul de los ojos del sargento aparece como un flash en mi mente. Son duros, helados y difíciles de expresar otra cosa que no sea odio por la humanidad.

Rojo Pasión [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora