Capítulo 62

1.9K 186 27
                                    

“Te lo aseguro, cuando haya dificultades, todas estas personas civilizadas se comerán a si mismas. Yo no soy un monstruo, solo sé lo que son”

~Heath Ledger (The Dark Night)

*****

Khloe

Intercambio de rehenes.

Ellos por mi. Una persona a cambio de seis. Seis vidas por la mía. 

Por un segundo, el aire se me escapó de los pulmones y el corazón se me detuvo antes de volver a palpitar con fuerza. El tiempo parecía haberse detenido con tan solo la pronunciación de aquellas palabras, y lo primero que hice fue buscar con la mirada las iris azules que en este momento podían transmitirme una seguridad como ningún otro.

Pero lo que conseguí, fue al sargento mirando en dirección a la pantalla con una calma que podría dar miedo. Su rostro no reflejaba emoción alguna, se mantenía tan frío ante la situación que me extrañó un poco, pero no podía esperar menos de él.

No dejaría mostrar sus verdaderas emociones a nadie.

Eso me preocupó.

—Señorita Smith—se dirigió el ministro en mi dirección —. ¿Podría dejar la sala por unos minutos?

—Disculpe ministro, pero si el tema de conversación será sobre mi, prefiero estar presente —contesté sin intenciones de irme. 

—Smith…—habló Sanders inexpresiva —. Por favor, sal y después hablaremos contigo.

Abrí la boca con la intención de objetar, para decirle que no me daba la maldita gana de salir, porque tenía el derecho de estar aquí… Pero solo bastó verla por un segundo y callarme, quedando en la indecisión de si irme o no. Se supone que hablarían sobre mi, sin estar yo en la conversación, sería como si estuvieran decidiendo la vida de una persona que no tenía las capacidades de hacerlo por si misma. Peor aún, decidir por mi porque he dado todo poder sobre mi vida a esta gente.

Todo por salir del lugar en donde estaba.

Este es el puto precio.

Mire otra vez a Blake, apretando los reposabrazos con fuerza sin saber que hacer. De nuevo estaba perdida y me frustraba tener que depender de alguien para poder dar un paso.

El sargento, sabiendo como estaba, me miró con una paz que no creí y asintió ligeramente tratando de darme confianza. No la tenía, porque cuando me levanté de mi sitio para retirarme, pude ver un atisbo de incertidumbre en su expresión.

Ese movimiento no pasó desapercibido por Sanders y Brown.

No me alejé mucho, ya que no había nadie cerca. Dejé la puerta entre abierta y, aunque no veía bien desde afuera, podía escuchar a la perfección todo lo que decían.

—La central de Washington ha tomado cartas en el asunto inmediatamente al ver que la vida de estas personas estaban bajo amenaza, necesitamos movernos rápido antes que de todo esto termine en desastre y con más muertos de los que el país ha tenido por culpa de esta gente —siguió hablando el ministro antes de dejar salir un suspiro, como si fuera ha soltar una mala noticia—. Al final, desde nuestro punto de vista, lo mejor para todos es acabar de una vez con esto entregando a la chica. No importa lo cerca que estemos de Gambino, la seguridad de nuestros ciudadanos es más importante.

Apreté los puños llena de impotencia. Lo sabía. Malditos sean todos por ceder tan fácilmente, siendo unas ratas de alcantarilla por utilizarme a cambio de tener de vuelta a sus estúpidos políticos de mierda. 

Rojo Pasión [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora