Rojo Pasión [#1] ✓

Capítulo 42

Dedicado a mi paisanaaaaa 🇻🇪 (lo sientoo. No recuerdo tu usuario :c) ojalá y disfrutes este capítulo, 🖤

"Sabían ahora, que hay una cosa que se desea siempre y se obtiene a veces: la ternura humana"

~Albert Camus

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Khloe

—Khloe no te muevas—me advirtió Amelia colocándose los guantes. Nos encontrábamos sentadas en la parte trasera de una de las camionetas mientras se encargaba de sacarme la bala del hombro. Solté un chillido y en consecuencia jaló un mechón de cabello con reprimenda—. Quédate quieta o el dolor será peor.

—Pero es que duele mucho—lloriqueo sin pena. No tengo las ganas de fingir ser la mujer de piedra.

Aunque suene loco, ya que no he llevado una vida muy tranquila que digamos. Jamás he recibido un disparo, así que mi primera experiencia está siendo un tanto dramática.

Resopla.

—Lo sé, pero no podemos dejar que siga así durante más tiempo. Sé que no es lo mismo sin la anestesia local, pero debes aguantarlo—suaviza la mirada—. ¿Lo harías?

Atrapé el labio inferior entre mis dientes. Quisiera o no, opciones se resumían solo a esa. Tenía razón, me estaba doliendo a horrores con el más mínimo roce o movimiento, pues sentía intensas punzadas de dolor constantemente. No se cómo Amelia ha tenido paciencia conmigo cuando he sido un total fastidio desde que empezamos.

Suspiré, rendida dejando que se acercara. Miré hacia otro lado cuando comenzó a limpiar la herida. Al momento en que el algodón bañado en alcohol hizo contacto donde la sangre brotaba, grité y la vista se me nublo.

Simón, el idiota había estado escondido debajo de la camioneta que transportaba a Thompson y Amelia, se acercó a nosotras y me extendió una licorera metálica.

—Es vodka—dijo al ver mi falta de reacción y se encoge de hombros—. Te ayudará un poco.

No estoy muy segura de que sea así. De todos modos, se lo arrebato de las manos y doy un gran trago cuando otra oleada de ardor me recorre.

—¿Qué tan grave es?

Enfoco la mirada en un Blake que se acerca doblando las mangas de su camisa a la altura de los codos. Se ha mojado el cabello, desapareciendo el tinte marrón, trayendo de vuelta el castaño claro que salta en todas las direcciones, desordenado. Ahora se puede apreciar con libertad sus ojos azules, que no tienen otra cosa más interesante con la que entretenerse si no es lo que hace Amelia: hacerme sufrir cada vez que me toca.

—Por suerte, la bala es fácilmente accesible. No va a ser tan difícil sacarla y no está cerca de algún músculo o nervio—dice antes de exhalar—. Será un trabajo rápido. Removeré la bala, limpiaré y después voy a suturar la herida.

Ay mi Dios.

—Khloe, voy a necesitar que tomes un buen trago de eso y respires profundo. Esto va a doler.

Obedientemente sigo sus instrucciones. Con Simón siendo observador, llevo la botella a mis labios y los lamo sintiendo como el líquido cálido y neutro baja por mi garganta. Respiro profundo asintiendo como señal para que haga lo suyo.

Puedo hacerlo.

Soy una niña grande.

En el momento en que siento algo entrar en mi cuerpo, llega la horrible sensación de dolor. Ese que me saca gritos y sollozos, siendo incapaz de soportarlo porque soy una cobarde. Cierro los ojos bajando la cabeza, sintiéndome mal.