Capítulo 21

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"La familia termina siendo nuestro talón de Aquiles"

~Pablo Escobar.

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Noviembre 10 del 2012

Palermo

Khloe

Empujé la puerta con brusquedad, haciendo que el hombre sentado detrás del escritorio levantara la mirada de los papeles sobre este.

Le dediqué una mirada enfurecida.

—No—endurecí mi voz—. Definitivamente no.

Alzó una ceja y se inclinó hacia atrás mientras apoyaba los codos en el reposabrazos.

—No, ¿qué? ¿No vas a hacerlo? ¿Se te acabó la valentía que tenías al principio? —acusó viéndome con desafío e instintivamente alcé la barbilla.

—Hay cosas que dejo pasar porque no tengo opción, pero esto, esto es caer demasiado bajo.

Soltó una risa corta y me vio como si fuera estúpida. Sé que no soy nadie para cuestionar sus decisiones, que no tengo cara ni moral para contradecirlo al ser la persona que soy hoy en día, pero tengo límites y este es el mío.

—Creo que es demasiado tarde para decir eso ¿No crees? —ladeó la cabeza y entrecerró los ojos, un gesto común en él—. Ya tienes las manos bastantes metidas en esto como para retroceder.

—No voy a hacerlo, Mauro—insistí llena de determinación.

—Vas a hacerlo—alza la voz, irritado, molesto, fastidiado—. Porque yo te lo digo y debes obedecerme hasta que tu contrato se venza si quieres seguir respirando.

—¡Me estas pidiendo asesinar a unos niños! —me desesperé como nunca, maldiciendo por haber aceptado este estúpido trabajo a largo plazo.

Lo acepté por las comodidades, el vivir donde nadie me conocía, donde no era una criminal buscada hasta debajo de las piedras. Mi espíritu libre y rebelde lo había aceptado, dejándose llevar por la jugosa cantidad que ganaría, la adrenalina y la sensación de poder.

Una decisión estúpida, inmadura y ambiciosa.

Seis años debo estar aquí, dando mis servicios a Mauro. La tarea no me había afectado tanto como ahora. Deseaba que los años restantes llegaran rápido, porque no estaba dispuesta a seguir aquí después de esto.

Tres años, solo tres años y podría irme de aquí para nunca más volver a verle la cara.

—¡Me importa una mierda si son parientes del presidente o el maldito rey de España! —ruge levantándose y golpeando la mesa, perdiendo la paciencia e intentando intimidarme—. Así es el negocio, así es la mafia. Acabas con el enemigo descubriendo sus debilidades y usándolas a tu favor. Esos niños, como tú les dices, son el arma justa para demostrar que conmigo nadie se mete.

Apreté el puño reprimiendo las ganas de golpear la mesa hasta romperme los dedos. Era cierto, debíamos sacar nuestras armas para ganar una guerra. Sabia eso y Mauro estaba demostrándoles que siempre estaría por encima de cualquiera.

Pero no podía aceptar que aquellas personas, esas mismas que vi amarradas y asustadas en el sótano de la mansión murieran de forma tan despiadada. Yo… No puedo.

Ya había visto demasiado.

Me quedé callada.

—Piensa por un momento…—agregó cuando se hizo el silencio—. También tienes la oportunidad de mandar una advertencia, recuerda que tenemos un enemigo en común y que últimamente no te han dejado en paz.

Rojo Pasión [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora