Capítulo 64

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"Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron"

~Patrick Rothfuss

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Mayo 07 del 2010

Sicilia, Italia 

Khloe

Imaginé muchas cosas cuando llegara el momento en que me reclutarían, pero nunca que iba ha terminar caminando hacia un sitio completamente desconocido… A ciegas. Ángelo, el hijo de quien posiblemente sea mi nuevo jefe, guiaba mis pasos por detrás, tomándome de los hombros con paciencia, asegurándose de que no perdiera el equilibrio al caminar.

—¿Nerviosa?—ronronea por encima de mi hombro.

Un cosquilleo se apoderó de mi cuerpo. Tenerlo cerca era combinación entre lo malo y lo bueno. Debía tener mucho cuidado con eso.

—Nunca.

Rio entre dientes.

—Eso lo veremos.

Un montón de voces y susurros llegaron a mis oídos, que callaron apenas entré en la misteriosa habitación. Una puerta se cerró detrás de mi, agregándole más tensión al momento, no se escuchaba ni el zumbido de una mosca. La capucha en mi cabeza fue quitada y tuve que parpadear tres veces para acostumbrarme a la luz que se filtraba por los pequeños ventanales.

La escena me dejó sin aliento. Era casi igual como en las películas, solo que esto era súper real y que podían matarte aquí y ahora sí quisieran. Imaginarlo era una inyección directa de adrenalina en mis venas.

Joder.

Hombres armados alrededor de una mesa redonda, donde entre ellos estaba el jefe de jefes. La máxima autoridad de la mafia en toda Sicilia. El responsable de que tenga mi ritual de iniciación.

El capo mayor de la Cosa Nostra.

Mauricio Gambino. Aquel al que todo el mundo llama Mauro.

Inconscientemente enderecé la espalda y levanté la barbilla.  Ahora más que nunca debía demostrar que no le tenía miedo ni al hombre más peligroso del país, le demostraré que estoy a la altura de cualquier cosa que me pida.

—¿Sabes en lo que te estás metiendo, niña?—la pregunta se fórmula en italiano. Hago un gran esfuerzo por entender palabra por palabra—. Este no es cualquier trabajo en América que puedes renunciar cuando quieras.

—Se lo que hago señor—mi italiano es brusco, eso no me detiene en seguir hablando —. Usted requiere de mis servicios, y estoy dispuesta a volverme una de sus soldados.

He pasado por diferentes pruebas y entrenamientos para llegar aquí, no me daré por vencido solo por unas cuantas palabras para intimidar y malas miradas que los hombres en la habitación me envían solo por no ser igual a ellos. Me he preparado para esto con sangre, sudor y lágrimas. No es el momento para dar marcha atrás.

Seré una mujer de honor a partir de hoy.

Me invitan a sentarme frente al jefe. En el medio de la mesa, está la imagen de un Santo y junto a el, hay una daga que brilla gracias a la llama de una vela.

—Tus padres te bautizaron cuando eras una bebé—explica Mauricio—. Ahora, está vez seremos nosotros quienes lo hagamos—hace un gesto con los dedos—. La mano.

Miro de reojo a Ángelo. Su expresión no demuestra nada. He quedado prendada de él por el poder que transmite solo son su presencia, llegando a ser uno de los hombres más letales en la habitación y el que esté presente en este ritual me hace querer enderezar la espalda y no demostrar no un ápice de emoción.

Rojo Pasión [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora