Capítulo 23

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"Todo cielo tiene su lucifer y todo paraíso su tentación"

~José Saramago.

*****

Khloe

Muchas cosas se desencadenaron después de aquel encuentro con Ángelo. Ninguna fue buena.

—Prometiste traerla de nuevo a mí—susurró sin dejar de mirarme—. Pero es obvio que nada salió bien.

A estas alturas, estaba aguantando derramar las lágrimas que se acumulaban en mis ojos, mordía mi labio inferior con fuerza para no sollozar y respiraba profundo después de haber dicho lo necesario respecto a Leah. Había sido tanto que apenas terminé, mi boca estaba seca y sentía la lengua dormida.

Negué con la cabeza lentamente, con la mirada gacha. Por supuesto que nada había salido bien, haciendo que todo se complicara para ambas. Y eso era lo que más me pesaba, que al final fallé en mantener mi promesa.

—Blake, yo... Lo lamento—dije con la voz en un hilo. Dejándome ver débil ante él, con mis muros destruidos, demostrándole que no soy de piedra—. Lo lamento muchísimo, yo... Yo intenté, te juro que lo intenté. Mi intención era ayudar, pero no pude, no pude y todo se fue a la mierda, yo...

—Para— cortó mi parloteo incesante con un tono que no supe descifrar. Aun no podía mirarlo, no cuando me sentía tan vulnerable—. Ya he escuchado suficiente.

La respiración se me detuvo ¿Qué significaba eso?

Iba a objetar, decir algo, pero cualquier cosa que estaba por salir de mi boca se esfumo al sentirlo cerca. Y mi corazón latió desbocado cuando sentí su tacto en mi barbilla para hacerme mirarlo, fue como si me exprimieran como un limón al conectar miradas, porque una vez el verde de mis ojos conectó con el azul de los suyos, algo en mi pecho se oprimió, robándome el aliento y llenándome de una sensación extraña.

—Solo quiero que me digas una última cosa—dijo completamente serio, con la mandíbula apretada, como si estuviera conteniéndose y eso me confundió—. Y vas a decirme la maldita verdad.

Tragué viendo su hermoso rostro, las facciones marcadas, el rizo que caía por su frente al mejor estilo de Superman y reprimí el impulso de tomarlo con mi dedo y juguetear con él. Sentí su mano de nuevo en mi cuello y me pregunté qué maldita manía tenia este tipo con mi precioso y pobre cuello. Más esta vez, no fue brusco, lo tocó con suavidad y pasaba su pulgar distraídamente por mi pulso palpitante.

Joder.

Estaba quieta en mi lugar, no entendía ese comportamiento, pero tampoco dije nada al respecto y lo dejé ser, notando que su mal temperamento se había evaporado al instante.

—¿Qué cosa?

—Júrame que nunca quisiste hacerle daño—expresó pasando el lóbulo de su nariz por el puente de la mía, con los músculos tensos y la punta de sus dedos aun tocando mi piel, causando un cosquilleo que me tenía con los nervios al tope—. Mírame a la cara y dime que jamás tuviste la maldita intención de herirle.

—Lo juro—respondí sin dudar, porque era la verdad. Alcé la barbilla recalcando mis palabras—. Ni a ella ni a ningún rehén, jamás les hubiera tocado un solo pelo y hubiera hecho lo que fuera...

Pare de golpe. Corrijo, me pararon de golpe. Incluso solté un jadeo de sorpresa, estrellando mi espalda contra la silla cuando unos labios impactaron contra los míos de manera brusca y salvaje.

Que. Demonios.

Fue de la nada, inesperado. Una corriente placentera me recorrió la espalda y la mente se me nubló al no procesar lo que estaba ocurriendo.

Rojo Pasión [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora