Capitulo 13

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"Cuanto más grande es la herida, mas privado es el dolor"

~Isabel Allende

*****

Enero 04 de 2010

Palermo, Sicilia

Khloe

Me termino de colocar la camiseta y me levanto de la cama, recogiendo mis bragas del suelo.

—¿A dónde vas? —dijo una voz varonil y demandante a mis espaldas.

—Tengo trabajo que hacer—me coloqué el pantalón seguido por los zapatos. Voltee mi cuerpo para poder verlo y le alcé una ceja—. No me pagan por follar con el hijo del jefe.

Soltó una risa por la nariz y se levantó, quedando completamente desnudo frente a mi.

Ángelo era más alto que yo.  Hermoso, con su piel bronceada, ojos marrones y suave cabello oscuro que tanto me encantaba acariciar cuando estábamos en la cama. Era trece años mayor que yo, pero llegaba a ser tan atrapante que no dudé en meterme con él. La primera vez que lo vi, llegó a ser unos cinco meses atrás, cuando había sido mandado por su padre a mi apartamento de mala muerte en South Central, ofreciéndome una oportunidad de trabajo que no titubeé a la hora de aceptar al saber la cantidad que ganaría.

Me pareció el hombre más sexy que había visto, con su traje a la medida, músculos que se marcaban tras la tela del brazo. Y su forma de hablar... Nunca había llegado a gustarme tanto un idioma como lo hizo el italiano al escuchar a Ángelo Gambino pronunciar una simple oración. A pesar de que no lo entendía las primeras semanas fuera de Estados Unidos.

A mis ojos era perfecto. Si, también era un mafioso, había matado personas y cometido múltiples delitos. La verdad no me importaba, al fin y al cabo, yo no era una blanca paloma.

Caminó hasta estar a tan solo unos centímetros de mi rostro. Bajó la barbilla para poderme ver a los ojos y me tomó de la nuca, haciendo que un escalofrío placentero me recorriera la espalda.

—Si fueras mi esposa no tendrías que trabajar nunca más—susurro cerca de mis labios y tuve que disimular la tensión que empezaba a formarse en mis músculos.

Era la segunda vez que sacaba el tema a colación. La primera fue en una cena de fin de año, a lo que no le hice caso debido a que estaba pasado de copas y terminé culpando al alcohol. Pero en esta ocasión lo dijo bueno y sano, sin una gota de ron en su sistema y de solo pensarlo me da pavor.

A ver, el hombre si me gusta, muchísimo y me ha dado los mejores polvos de mi vida. No obstante, eso no quiere decir que quiera convertirme en su esposa. No, no, no. Apenas tengo dieciséis años, la palabra compromiso y yo no congeniábamos en nada. Podía ser osada, pero no para esas cosas.

—Imagínalo, esmeralda. No tendrías que rendirle cuentas ni trabajarle a nadie—siguió diciendo, susurrando palabras cual demonio a un mortal—. Serías la reina de Sicilia, la mujer más importante en la mafia y sobretodo, mía.

Oh.

Se escuchaba tentador, muy tentador. Ganarme un puesto importante, hacer que todos me respetaran y lograr que unos cuantos me besen los pies. Todo eso, si me caso con Ángelo.

Pero había un problema.

Si yo me convierto en alguien importante sería por mis propios métodos, sin la ayuda de nadie. Me conocerían por ser la zarina, no una estúpida reina que le debe su título a su esposo. No quiero depender de nadie, hacerlo sería un pase directo a la ruina porque cuando ya no esté, me quedaré sin nada.

Así que no, no gracias. Además de que ese mía, no me gustó oírlo para nada.

Solo lo miré con una media sonrisa y me puse de puntillas para besarlo y dejar la estúpida idea de un matrimonio olvidada.

*****

Presente

Disparé, había fallado de nuevo. No estaba en mis cinco sentidos hoy, me encontraba en otro lado, Colton casi me deja sorda de tanto gritarme en el entrenamiento, no estaba haciéndolo bien y me regañaba por andar despistada. Andaba más iracundo de lo normal y el porqué no me importaba. Ni siquiera tuve las ganas de pelear con él hoy.

Mi esmeralda.

Esa era la forma en la que me llamaba, decía que mis ojos parecían unas preciosas esmeraldas que cambiaban con la luz del sol. Ahora que lo pensaba, no me gusta ese nombre, me parece estúpido.

Había recordado uno de mis tantos momentos con Ángelo Gambino, antes de que todo se fuera a la mierda. Antes de que el desastre cayera sobre mi como un balde de agua fría. Esa fue la época más jodida de mi vida. Nunca me esperé lo que vendría después, todo por haber aceptado el maldito trabajo junto a los italianos. Al final acepté en lo que me había metido, fui testigo de cosas horribles y las viví en carne propia, ahora debo cargar con las consecuencias.

Disparo otra vez, pero le doy a todos lados menos al que debería.

—¡¿Qué demonios pasa contigo?!—Colton se me acerca notando humo por las orejas. Sip, no está de buen humor y esta vez acepto toda la culpa—. No estás concentrada en lo que deberías, dentro de poco partiremos a la operación en California y no deberías bajar la guardia.

—Practicaré más, y no es tu problema lo que pasa conmigo—lo miro a la cara, estoy irritada y cuando eso pasa me pongo a la defensiva.

Aprieta los labios y me dedica una mirada llena de odio. Cómo cosa rara.

—Si es mi problema—su respuesta me sorprende, pero no lo demuestro—. Es mi puto problema porque soy yo quien está a cargo de ti y se encarga de que estés bien concentrada, no lo estás y no puedes seguir así. Sea lo que sea que pase por tu mente, bloquéalo. No tengo el tiempo ni las ganas para lidiar con tus crisis existenciales

Apreté la empuñadura del rifle semiautomático que se encontraba en mis manos. Odiaba que me hablara así, pero odiaba mucho más como reaccionaba a sus palabras.

No era mi día, los recuerdos no me dejaban pensar con claridad, concentrarme era una tarea ardua el día de hoy y por eso no he podido hacer nada bien. Mientras que los demás disparaban a la silueta que colgaba al otro lado de la sala, llenando esta de agujeros, yo tenía problemas hasta para estar en la posición adecuada dentro de la cabina.

Tenía un operativo, estaría del lado de las fuerzas especiales para infiltrarnos en posible empresa, que desde hace un año se tiene la sospecha de ser fantasma y solo era una fachada para que una red criminal hiciera sus trabajos sucios.

Pero la pregunta era ¿Estaba lista? ¿Quién me aseguraría que no lo iba a arruinar? Quería hacerlo bien, si lo echaba todo a perder volvería a San Antonio y no quería eso, no ahora que me estaba sintiendo tan a gusto aquí.

Tantas dudas que empezaban a aparecer y no hay nadie que me ayude.

¿Crees que lo haré bien? —pregunto de la nada, con la inseguridad sonando en cada palabra y quiero darme una cachetada por escucharme así.

—Lo harás bien si te concentras. No puedes arruinarlo—responde con fastidio—. Ahora concéntrate de una puta vez y dispara.

Su respuesta me molesta y deja un gusto amargo en mi boca ¿Qué esperaba? ¿Un discurso que acabaría con mis miedos? Había hecho una pregunta a la persona incorrecta, es obvio que Colton no me iba a responder con palabras de motivación al estilo Paulo Coelho. Y lo más importante ¿Por qué debería esperar tanto de Blake? Le estaba dando importancia a la respuesta de alguien cuya opinión no debe importarme. Me sentía estúpida.

Rojo Pasión [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora