Capítulo 10

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"Quien evita la tentación evita el pecado"

~San Ignacio de Loyola

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Khloe

Hacía mucho frio, tanto que los dientes me castañeaban. Intentaba controlar los temblores en mi cuerpo, pero no podía, sentía como si hubiera hecho un viaje a la Antártida. Apenas y llevaba unas veinte horas aguantando callada el jodido frio que empezó a hacer desde que el sol se ocultó. Ya no podía, era muy intenso y mis ojos se empezaron a cerrar.

—Eh, Smith—un llamado me hizo abrirlos de golpe y me encontré el rostro inexpresivo de Colton—. ¿Estás bien? Si sientes que no puedes seguir, podemos parar.

Negué con la cabeza, afianzándome más a la orilla. Estaba muerta de frio, pero las ganas de pasar la prueba y demostrarle a Blake que no soy una debilucha eran las que me mantenían aquí.

—Mírate, te ves mal. Tienes que salir del agua, hazme caso.

—N-no...—hice énfasis y me alejé de él cuándo hizo el intento de acercarse—. Déjame... S-seguir.

—Deja de ser terca—gruñó arrodillándose frente a mí con una manta—. Ven aquí, te ayudaré a salir.

Volvió a acercarse y me alejé de nuevo.

—P-puedo hacerlo.

Resopló antes de apretar la mandíbula.

—Te diré dos cosas. Uno; no me gusta que me contradigan, me irrita a niveles que no te imaginas. Dos; odio decir las cosas más de una vez—apretó la manta con tanta fuerza que sentí lastima por ella—. Así que te lo vuelvo a repetir y espero que me obedezcas. Ven. Aquí.

—Oblígame.

Dejo ir un suspiro exasperado y se masajeó la frente. Las cejas ya habían adoptado ese ceño fruncido habitual en él.

—Escucha. Seré sincero contigo, tu existencia me da igual, por lo que poco me afecta si te enfermas o te mueres—soltó sin una pizca de delicadeza que me dejó con la boca abierta—. La única razón por la que no te he dejado aquí es porque me traerá problemas con mis superiores.

—Hijo de...

Me moví buscando estar lo más lejos posible de él. Sus palabras me habían dejado con un gusto amargo en la boca y prefería mantener distancia.

Pero no sé qué hice mal, que terminé resbalándome y con el agua hasta la coronilla.

Estaba muchísimo más fría, y mi cuerpo sufría recibiendo pinchazos por todos lados. No podía moverme tan bien como quisiera, mis músculos estaban tiesos como rocas. Agua entraba por mi boca a medida que me iba hundiendo y llegué a desesperarme en cuestión de segundos.

Unas manos tomaron por debajo de mis axilas y fui jalada hacia arriba con fuerza.

Tosí como loca, escupiendo toda el agua que había entrado. Tomaba grandes bocanadas de aire y temblaba violentamente. Unos brazos me acogieron al igual que algo pesado y caliente era dejado sobre mi cuerpo, la manta.

Rojo Pasión [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora