Cuando llegué a casa tras la salida con Jessica, preparé a Yaco para salir a pasear antes de cenar. Mi adorable perro sintió que algo no andaba bien y estuvo realmente cariñoso conmigo, algo que necesitaba urgentemente.
Mi cabeza no podía dejar de dar vueltas a lo ocurrido. Por un lado, me divertí muchísimo con Jessica y aquella salida sirvió para conocerla un poco más, pero Yolanda me había dejado tirada aquella tarde para salir con David. Yolanda era libre de salir con quien quisiera, pero verla con el chico que me gustaba parecía una maldad por su parte. Suspiré resignada e intenté quitarme esas ideas negativas de la cabeza, era imposible que Yolanda me hubiese hecho algo así.
Cuando el paseo con mi perro terminó, volvimos a casa. Me lavé las manos, me cambié de ropa y me retiré a descansar, ya que no tenía hambre. Había tomado helado hacía un rato y aún estaba llena, además no tenía ganas de que mi familia me viera tan triste porque sabrían que habría pasado algo y no me apetecía dar explicaciones, ya que no sabría qué decir. Necesitaba hablar con Yolanda y aclarar mis dudas, pero quería hacerlo frente a frente, la única forma de saber si era sincera o no.
La noche pasó lenta ante mis ojos, ya que fui incapaz de cerrar los ojos y dormir. Cuando llegó la hora de marcharme a clase, lo hice sin ganas. A nadie le gustaba madrugar, pero aquel día se avecinaba complicado. Jessica me esperaba en la puerta del instituto. En cuanto me vio, se acercó a mí y parecía preocupada:
-Parece que nos hemos intercambiado los papeles esta mañana -Jessica bromeó-...
-¿Qué decías? –casi no la escuché-.
-No tienes buena cara, la verdad –me dijo con preocupación-...
-¿Has visto a Yolanda? –Miré al interior del instituto-.
-No, pero lo primero que debes hacer al verla es aclarar las cosas porque a lo mejor no es tan grave –intentó calmarme-.
-Ojalá se aclare todo porque no soportaría esa traición –una lágrima rebelde se escapó de mis ojos y la limpié enseguida-...
-Puedes contar conmigo, pase lo que pase –Jessica me abrazó-.
Me sentí un poco mejor, aunque vi que la cercanía de Jessica era un poco forzada. A lo mejor no le gustaba el contacto físico, pero necesitaba un abrazo en aquel momento. Ambas entramos al instituto y nos despedimos antes de entrar a nuestras respectivas clases. Una vez allí, tampoco vi a Yolanda. Me encogí de hombros y me senté en mi asiento. Unos minutos después, el asiento junto al mío crujió. Miré a mi lado, dispuesta a enfrentarme a mi amiga, pero me sorprendió ver a David:
-Buenos días, Silvia –me dijo con una sonrisa encantadora-.
-Buenos días, David –le saludé-.
-Ayer por la tarde te vi por ahí con Jessica –soltó-.
-Yo también te vi con Yolanda –enarqué una ceja-.
-Nos encontramos y me invitó a tomar algo. Te sorprenderá, pero fuiste nuestro tema de conversación –rió-.
-¿Qué te dijo? –quise saber, pero no le creía-.
-Que te gusto, lo cual no me sorprende, pero no me lo esperaba –se rascó la cabeza y parecía nervioso-.
-No sé de dónde ha sacado eso –mentí-...
-Sé que me ves como un mujeriego, pero la verdad es que tú también me gustas –se sonrojó-...
-Claro, como todas tus amigas especiales –le recordé, señalando unas chicas que le miraban en la distancia-.
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Amor y monstruos
General FictionMi nombre es Silvia y soy una adolescente con una vida monótona y aburrida...y así fue hasta que conocí a Jessica, una adolescente con un toque oscuro, nada popular y que extrañamente, me caía bien. Jamás imaginé que mi vida cambiaría tanto al cruz...