CAPITULO 15

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A la mañana siguiente, los rayos de sol entraron por la ventana con suavidad, despertándome. Abrí los ojos poco a poco y me di la vuelta en la cama, echa un ovillo y viendo a Ray con sus brazos tras la cabeza, mirando al techo con expresión pensativa. Me sonrojé enseguida al verle tan guapo y al recordar la noche tan apasionada que habíamos vivido. Aún no podía creer que él correspondiese mis sentimientos y me amase, y no solo eso, sino que también me deseaba y me había estado haciendo suya gran parte de la noche, haciéndome sentir la mujer más especial del universo. Llevé mi mano a su torso para llamar su atención y nuestras miradas se cruzaron:

-Buenos días –me saludó con una sonrisa-.

-Buenos días –correspondí su saludo-.

-¿Cómo estás, dormiste bien? –me agarró de la cintura para ponerme a horcajadas sobre él-.

-Muy bien, ¿y tú? –Acaricié su torso de arriba abajo con suavidad-.

-Mejor que nunca –acarició mi espalda-.

-¿Y qué vamos a hacer hoy, querido novio? –bromeé-.

-No saldría de aquí en todo el día –me guiñó el ojo y empezó a hacerme cosquillas-.

-¡Me haces cosquillas...! –reí y me revolví-.

-Me gustaría pasar el día contigo, así que ve a asearte y yo aprovecharé para hacer lo mismo –me pidió-.

-¿Quieres decir que nos aseemos juntos? –dudé-.

-Me gustaría, pero quiero cambiarme de ropa y para eso tengo que ir a casa; pero en cuanto esté listo, vendré a por ti –me explicó-.

-¿Y saldrás así? –le miré de arriba abajo-.

-Nadie me verá salir de tu habitación porque me tele transportaré –se encogió de hombros-.

-Entonces, nos vemos en un rato –acepté-.

-No tardaré nada –besó mi mejilla-.

Ray se levantó y salió de la cama, buscando su ropa que estaba junto al sofá. Pensé que lo mejor sería esperar a que se marchara para salir de la cama, ya que estaba completamente desnuda y me daba vergüenza salir así delante de él, a pesar de que habíamos pasado la noche juntos y más que desnudos. Ray vistió sus bóxers, sus pantalones de traje y sus zapatos y chasqueó sus dedos para tele transportarse, dejándome sola en la habitación. Me estiré antes de salir de la cama y fui directa a la ducha. Bajo el agua tibia que circulaba por mi cuerpo, no podía dejar de pensar en Ray y aún me costaba decir que era mi novio, pero así era y eso me hacía realmente feliz, tanto que quería pasar el día dando saltos de alegría y gritando a los cuatro vientos mi amor por él; pero de momento, debería estar tranquila. Además, la guerra había terminado con nuestra victoria y eso era motivo de celebración. Eso me llevaba a plantearme qué hacer a partir de ahora. Yo solo había ido allí para ayudar en la guerra, pero ahora que estaba con Ray, no quería marcharme; de hecho, quería estar con él todo el tiempo y tampoco me importaría pasar el día envueltos entre las sábanas. Me sonrojé cuando lavaba mi cuerpo y recordaba las caricias y los besos de Ray, sintiéndome la mujer más afortunada y feliz del mundo.

Cuando salí de la ducha, me envolví en una toalla y me acerqué al vestidor. Cogí ropa interior de encaje blanco y un vestido largo y vaporoso de estilo ibicenco y volví al baño para vestirme y terminar de arreglarme. Decidí dejar mi pelo suelto para que se secase y con aquel calor del mes de junio, se secaría pronto. También me maquille con rímel transparente, base, colorete y labial rosa. Y una vez lista, decidí bajar al salón real a desayunar. Esperaba que el lugar ya estuviese repuesto de la fiesta de la noche anterior. Al llegar al salón real, me di cuenta de que la puerta estaba abierta y de que tal y como pensé, todo estaba de nuevo en su lugar. Jessica se encontraba desayunando sola y supuse que los chicos estarían resacosos.

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora