CAPITULO 8

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Eran las ocho de la tarde y aún me encontraba en mi habitación. Me encontraba revolviendo el vestidor, sin saber muy bien qué ropa elegir para la salida de aquella noche. Solo me quedaba una hora para arreglarme e intentar ser puntual, ya que siempre me gustaba ser puntual y odiaba cuando las circunstancias me lo impedían, como estaba segura de que ocurriría en esa ocasión si no me daba prisa. Finalmente, elegí un vestido de punto de color coral con una chaqueta vaquera a juego y unas botas a media pierna de color marrón que iría a juego con un cinturón que decoraría el vestido. Solo cogí la ropa interior de encaje blanco para ir al baño y comenzar con la ducha. Una vez lista, me maquillé con base de maquillaje, colorete, rímel, sombra de ojos en tono dorado y labial rosa y me vestí con la ropa que había elegido y que había dejado sobre la cama, aunque en aquella ocasión, quise cambiar mi cabello y en vez de llevarlo rizado, me lo alisé.

Estaba recogiendo el desastre que había formado al sacar medio vestidor cuando terminé de arreglarme, ya que aún me quedaban unos minutos para que fueran las nueve y solo tenía que salir de la habitación y bajar las escaleras, así que no tardaría mucho. Estaba tan concentrada en la tarea, que salté como un resorte cuando alguien llamó a la puerta de mi habitación. Me acerqué para abrir la puerta y me encontré con Ray, que llevaba unos vaqueros con una camisa blanca y una chaqueta vaquera con unas zapatillas casuales de color blanco. Era un estilo básico y sencillo pero estaba muy atractivo, para no variar. Ray me miró de arriba abajo y aunque intentó hacerlo con disimulo, no lo pudo ocultar. Y no sé porque me encantó...

-Hola –me saludó-.

-Hola, ¿qué haces aquí? –le dije con sorpresa-.

-Llevaba un rato dando vueltas abajo y se me ocurrió venir a ver si estabas lista –me explicó-.

-Sí, creo que sí –le dije antes de volver a mirar la habitación y darme cuenta de que no olvidaba nada-.

Salí de la habitación, cerrando la puerta. Ray me ofreció su brazo para que me agarrase a él y caminase a su lado, pero ignoré su ofrecimiento no porque no lo desease sino porque no me pareció correcto, además, estaba muy nerviosa y si le rozaba, no sabría cómo mi cuerpo reaccionaría en esa ocasión. Solo al recordar lo de aquella mañana, la sensación que tuve al creer que en algún momento me besaría y que en el fondo, lo deseaba tanto...

Al llegar a la puerta del salón real, aún quedaban cinco minutos para la hora que habíamos acordado. Lo miraba todo a mí alrededor sin saber qué decir mientras esperaba. Sin embargo, Ray detuvo mi observación con sus palabras:

-Estás especialmente guapa esta noche –confesó-.

-¡Si supieras el desastre que organicé ahí arriba para acabar eligiendo esto...! –Le señalé mi aspecto-.

-Yo he estado a punto de venir desnudo –bromeó-.

-Hubiera sido un poco escandaloso –reí-.

-Si no fuera porque Josh estará aquí, te habría sugerido otro plan –admitió-.

-Sí, sé que teníamos pendiente una cena –le dije, recordando su ofrecimiento-...

-¿Ya te encuentras mejor? –Se interesó, ya que yo aún estaba con los últimos coletazos del período, como cada mes-.

-Sí, es más, me gustaría entrenar mañana de nuevo –le pedí-.

-Perfecto –sonrió con ganas-.

Justo en ese momento, escuchamos unos pasos acercarse a nosotros. Vimos que por las escaleras, mi amiga bajaba acompañada de un chico. Mi amiga estaba guapísima con su cabello largo y negro recogido en una coleta alta y ese vestido negro que llevaba. Y Josh vestía unos vaqueros y una chaqueta del mismo tono con un jersey negro bajo la chaqueta. Entonces, analicé su rostro y su cuerpo, quería saber qué clase de hombre era. Josh era un hombre alto y con buen cuerpo, como casi todos los militares de aquel lugar; de piel bronceada y barba, cabello castaño y ojos marrones. Era un hombre guapo, pero había algo en él que no me gustaba:

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora