CAPITULO 3

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Tras el incidente con Jessica y mi estancia en la enfermería del instituto, mi profesor me dio permiso para regresar a casa, algo que le agradecí. De hecho, el profesor quiso asegurarse de que llegaba bien a casa y quiso pedirle a algún compañero que me acompañase, pero me negué. Estaba mucho mejor, pero no me apetecía estar en clase porque no rendiría al tener la cabeza en otra parte.

Sin embargo, aún era pronto para ir a casa y no quería preocupar a mi familia contándoles que me había desmayado y que por eso había salido antes de clase, así que decidí ir a pasear por la playa un rato. A aquellas horas de la mañana y en aquellas fechas, no había tanta gente como en verano, pero había algunas personas tomando el sol y bañándose. Yo me dirigí a las rocas, mi lugar favorito de la playa para pensar. Miraba el mar mientras jugueteaba con mi cabello, intentando seguir poniendo en orden mis ideas sin éxito.

Finalmente, decidí regresar a casa para llegar a una hora prudente y que no supusiese ninguna sospecha. Y de nuevo, el sol desaparecía entre las nubes, dando paso a una oscuridad repentina. Debía darme prisa para llegar a casa y que no me atrapase la tormenta. Quince minutos después, ya estaba entrando por la puerta de casa. Dejé la mochila por ahí, me cambié de ropa y me lavé las manos antes de comer y pasar un rato con mi familia. Después de eso y de descansar un poco, me metí en la habitación y empecé a hacer los deberes, que no eran muchos, pero era una tarea que me mantendría ocupada. Y justo cuando terminé, mi teléfono empezó a sonar. Vi el nombre de Yolanda en la pantalla del móvil y dudé si cogerlo, pero al final cedí:

-¡Silvia, no me cuelgues! –me pidió y añadió-. ¿Cómo estás?

-Mucho mejor, Yolanda –me sinceré-...

-Quería pedirte disculpas porque hace tres meses no fui sincera contigo en mis explicaciones –empezó-...

-¿Me vas a contar porque estabas con David ese día? –Fui directa al grano-.

-Como has descubierto hoy, tenemos una naturaleza diferente y... Yo conozco a Jessica, a fin de cuentas, es nuestra reina... Y cuando vi que se acercaba a ti, temí por tu seguridad... Fue por eso que no sabía cómo alejarte de ella y aquel día, le pedí ayuda a David, estaba desesperada y no sé porque acudí a él, pero él también estaba preocupado –se explicó-...

-Entonces, ¿no había nada entre vosotros? –quise asegurarme-.

-No hay nada entre nosotros –aseguró-.

-Entonces, él mintió cuando decía que le gustaba –razoné-...

-De eso, no estoy tan segura –dudó-...

-Es que esto parece tan irreal, tan de película de terror –confesé recordando todo lo acontecido esa mañana-...

-Sé que es difícil de creer, pero todo lo que ella te dijo es verdad... Tuvo que convertirte porque te atacó y estabas a punto de morir... Ahora eres híbrida, pero prefiero mil veces eso a que mueras... De todas formas, como humana estabas en peligro, pero como híbrida también –se entristeció-...

-¿Por qué? –Quise saber-.

-Porque hay algunos demonios que no quieren a los humanos ni a los híbridos, no lo comprendo, pero así es –afirmó-.

-¿Por qué? –insistí-.

-Siempre hay radicales –me la imaginé encogiendo los hombros-...

-Entonces, yo también siento haber sido así contigo –me disculpó-...

-Bueno, está todo olvidado si me permites continuar siendo tu amiga –me pidió-.

-Claro –sonreí-.

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora