CAPITULO 52

13 0 0
                                    

Tras un par de días encerrada entre los brazos de Ray, decidimos que era hora de que nuestras vidas volvieran a la normalidad. Nos dirigimos al castillo en busca de nuestros amigos. Al vernos, ellos nos abrazaron y besaron, ya al corriente de mi recuperación de memoria y felices por ello. Una de las cuestiones que más me inquietaba era David. Al parecer, él seguía encerrado en las mazmorras sin decir una sola palabra, pero Lilian ya estaba en busca y captura, orden de Ray. Ni siquiera sabía en que momento, él había dado esa orden porque aquellos dos días habíamos estado muy juntos. Me sonrojé al recordar los días tan maravillosos que habíamos pasado, como dos recién casados. Era increíble como a pesar de los años, aún seguíamos entendiéndonos tan bien, aún seguíamos enamorados.

-Me gustaría hablar con David –llamé la atención de todos mis amigos en el salón real-.

-¿No lo dirás en serio? ¡Ese hombre estuvo a punto de matarte! –estalló Fer-.

-Sí, lo sé... Pero, tal vez, él decida contarme algo más –dudé-.

-No es necesario que le veas, nos estamos encargando de todo –me explicó Jake-.

-Lo sé, pero después de lo que pasó... Hay cosas que necesito aclarar con él, solo eso –me encogí de hombros-.

-No pasaría nada aún si le vieras porque está encerrado y no se atreverá a hacerte daño de nuevo, pero no lo veo prudente –concluyó Jessica-.

-¿Mi amor? –me dirigí a Ray, intentando convencerle-.

-Estoy de acuerdo con tu hermano, no voy a poner tu vida en peligro –Ray no se dejó convencer-.

-No iré sola, me acompañarás –insistí-.

-Si veo a ese hombre no sé si seré capaz de contenerme porque lo que más deseo en este mundo es matarle por lo que intentó hacerte –estalló Ray-.

-Aún hay algo que no sé después de tantos años, ¿cómo le mataste en mitad de la gran guerra? –reté a Ray-.

-No debí hacerlo bien, al parecer –cuadró la mandíbula-.

-¿Tendré que volver a encerraros para que habléis con tranquilidad? –nos recordó Jessica-.

-No será necesario, acompañaré a Silvia a hablar con ese hombre –Ray cedió-.

-¿Así de fácil? ¿Mi hermanita te reta y tú caes bajo sus encantos con solo un parpadeo? –Fer rió-.

-¿Qué puedo decir? Tu hermana me vuelve loco y solo con una de sus sonrisas me tiene postrado a sus pies –Ray le guiñó un ojo a Fer y pasó su brazo por mis hombros-.

-¡Qué par de empalagosos! –Fer puso mala cara-.

-En ese caso, vámonos antes de que cambies de idea –me levanté de mi asiento-.

-Vamos, mi amor –Ray se levantó-.

Ambos salimos del salón real cogidos de la mano mientras nos dirigíamos a las mazmorras, el único lugar que jamás había visto del castillo en toda mi estancia en el reino demoníaco. Mientras íbamos hacia allí, no pude evitar pensar en lo dura que había sido con Ray para convencerle de ir a hablar con David. Detuve mis pasos y Ray también se detuvo, colocándose frente a mí.

-No debería haber sido tan dura contigo –dudé-...

-No te preocupes, la culpa es mía... Sabes que no puedo evitar ser tan sobreprotector, sobre todo en determinados momentos –él llevó sus manos a mi vientre-.

-¿Me contarás lo que ocurrió con David en la gran batalla? –dudé-.

-Te secuestró, te hirió y aunque nosotros no estábamos juntos todavía, te amaba y no pude soportar lo que ocurrió, así que cuando le vi en el campo de batalla, me volví loco y le maté. Por suerte, no te diste cuenta de aquello porque conociéndote habrías intentado detenerme o tranquilizarme, pero no lo habrías conseguido. Me avergüenza reconocer que estaba fuera de mí y fui cruel y sádico con él, con su muerte –me explicó-.

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora