Salí corriendo de la biblioteca sin mirar atrás ni detenerme hasta que llegué a la habitación. Apoyé mi espalda sobre la puerta una vez que la cerré, mis piernas empezaron a temblar y acabe sentada junto a la puerta, con la cabeza entre mis rodillas, llorando sin parar, intentando liberar la tensión que sentía y tranquilizarme un poco antes de buscar a mis amigos y contarles lo ocurrido para que echaran a Ken del reino demoniaco. Pero, me costó muchísimo tranquilizarme y es que aunque se marchara del reino demoniaco, estaba convencida de que cumpliría su amenaza. Entonces, me pregunté qué le habría ocurrido realmente con su familia, con la que se había enfrentado. Tal vez, si lo descubriéramos podríamos pedirles ayuda, de hecho, los dioses antiguos estaban para eso, ¿no?
La cabeza estaba a punto de estallarme y las lágrimas de rabia no parecían querer parar. En ese momento, unos toques sonaron en la puerta. Abrí los ojos con sorpresa y me levanté, mirando a todas partes sin saber qué hacer. Entonces, los toques insistieron y corrí a esconderme al baño que cerré con pestillo. No sabía por qué estaba tan asustada y sabía que si alguien me buscaba y pretendía hacerme daño, lo conseguiría. Desde el baño, escuché que alguien abría la puerta. Escuché cómo me llamaba la voz de Ray con insistencia, pero su voz me paralizo. Me hubiera encantado salir a recibirle, pero él sabría qué había pasado algo y no estaba segura de si quería contárselo, no estaba preparada. Me mantuve en silencio, sentada en el suelo del baño, esperando que Ray se marchase, pero en contra de lo que pensé, la puerta del baño se abrió de golpe y Ray me miraba con rabia, lo cual me descolocó porque él jamás me había mirado así y no me gustó.
-Entonces, ¿es verdad? –Bramó al mirar mi rostro y mis ojos enrojecidos por el llanto-.
-¿A qué te refieres? –dudé-.
-No estoy de humor, Silvia –me levantó del suelo, agarrándome con fuerza del brazo-.
-¡Yo tampoco! –me solté de su agarre-.
-Acabo de tener una conversación con Ken y quisiera creer que me mintió, pero –me miró de arriba abajo-...
-No sé a qué te refieres –le enfrenté-.
-¡Dime si es verdad o no, maldita sea! –me gritó-.
Miré a Ray sin entender. Él estaba furioso conmigo y todo se debía a una conversación que había tenido con Ken. No quería pensar mal, pero seguramente, Ken había tergiversado todo lo que había pasado y me dolía que Ray prefiriese creerle a él antes que a mí, sin ni siquiera darme oportunidad de explicarme, como si Ray no me conociese...
-¿Qué has estado haciendo esta mañana? –me preguntó más tranquilo-.
-¿Qué crees que he estado haciendo? ¡Desayune y fui a la biblioteca! –le expliqué-
-¿Y estuviste sola en la biblioteca? -Quiso saber-.
-Sí, pero cuando estaba a punto de irme, llegó Ken –resumí-.
-¿Y qué pasó entre vosotros? –insistió-.
-¿Cómo? –le miré con mala cara-.
-¡Me has oído perfectamente! ¡Desde que le encontramos, tienes una actitud muy extraña, te gusta más que yo! –volvió a gritar-.
-¿Cómo te atreves a insinuar algo así? –le abofeteé-.
-Ken fue a buscarme y me dijo que hablasteis... También me dijo que te besó, esperando tu rechazo, pero que te entregaste a él –estalló-.
-¿De verdad crees que yo sería capaz de hacer algo así? ¡Tú eres el único hombre al que amo, jamás te engañaría...! –sollocé-.
-Ya no sé de lo que eres capaz. Creí que eras la mujer de mi vida y que me respetarías... Creí que a pesar de ser una mujer deseable, podríamos ser felices... Y estoy cansado de tener que perseguirte sin cordura para evitar que otros hombres deseen poseerte, cansado de las meteduras de pata en las batallas porque me tienes enloquecido... Tal vez, Josh llevaba razón cuando decía que siempre te acercabas a personas influyentes y solo querías utilizarme no sé con qué objetivo... Me has tenido engañado todo el tiempo, pero eso se acabó... No quiero volver a verte ni saber nada de ti, ¿lo has entendido? –soltó-.
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Amor y monstruos
General FictionMi nombre es Silvia y soy una adolescente con una vida monótona y aburrida...y así fue hasta que conocí a Jessica, una adolescente con un toque oscuro, nada popular y que extrañamente, me caía bien. Jamás imaginé que mi vida cambiaría tanto al cruz...