Un mes después...
El mes de mayo había pasado con una velocidad abrumadora. La fecha de mi matrimonio con Ray se acercaba y casi no podía dormir a causa del nerviosismo. En aquel mes, Ray se había esforzado mucho en recuperar nuestra relación antes del incidente con Ken y las cosas entre nosotros volvían a ser como antes e incluso, estaban mejor que nunca. Sin embargo, en todo ese mes, Ray solo me había enamorado un poco más, pero no había querido tener intimidad. Él se justificaba en el hecho de que estaba nervioso ante nuestra futura unión y que quería que nuestra noche de bodas fuera especial, razón por la que prefería no intimar hasta ese día. Al principio, no lo llevé muy bien porque me había acostumbrado a intimar con él casi a diario; pero, finalmente lo comprendí y de hecho, me parecía una buena idea porque así tendríamos más ganas el uno del otro.
Suspiré encantada, mirándome en el espejo. Hoy era el día de mi cumpleaños y al mismo tiempo, de mi boda. Jessica, que también se encontraba preparándose en su habitación, había contratado a algunas personas para que se encargaran de nuestro estilismo. Esa era la razón por la que me encontraba mirándome en el espejo, observando el cambio que habían obrado en mí. Mi maquillaje era natural, pero al mismo tiempo, marcado. Mi cabello estaba peinado en un recogido que dejaba algunos mechones sueltos y dejando ver unos preciosos pendientes largos de nácar. Y mi vestido era largo y ceñido al cuerpo de color blanco con pedrería en la parte superior del tronco, un vestido que me quedaba como un guante pero no me hacía sobresalir demasiado; a fin de cuentas, era una boda doble, evento contra el que había tenido mis reservas pero que ahora me tenía encantada.
Unos toques sonaron en mi puerta antes de dejar entrar a Yolanda y Kya. Me alegré muchísimo al verlas y no pude evitar dedicarles una sonrisa encantadora. Las chicas que me ayudaban con mi estilismo se retiraron y fue Kya la que finalizó con mi estilismo al ayudarme a calzar mis preciosos e impresionantes tacones plateados. Kya aplaudió mi aspecto cuando me levanté y di un par de vueltas sin dejar de sonreír, mientras que Yolanda lloriqueaba destrozando sin importar su maquillaje. Kya y yo nos miramos, sabiendo que Yolanda estaba más sensible últimamente debido a su embarazo. Aún así, Kya también estaba embarazada desde hacía poco tiempo y no parecía estar tan sensible. Y verlas tan emocionadas y llorando no me ayudaría a mantener la calma y la cordura en aquel momento:
-Chicas, por favor –les pedí-...
-¡Estás preciosa...! ¿Quién iba a decir que acabarías casándote con el hombre más deseado del pueblo...? –Lloriqueó Yolanda-.
-Yo tampoco lo hubiera creído si me lo hubieran adelantado hace un año y medio –reí-.
-¿Ya llevas tanto tiempo por aquí? ¡Cómo pasa el tiempo...! –sonrió Kya-.
-Chicas, quiero que sepáis que convertirme en una mujer casada no cambiará nuestra relación porque os quiero mucho y me siento afortunada por teneros como amigas –quise dejarles claro-...
-¡Es un placer ser tu amiga! –me abrazó Kya-.
-¡Más te vale no cambiar esta amistad...! –sollozo Yolanda-.
-Bueno, ha llegado el momento –me recordó Kya-.
-¡Vamos al lío! –asentí-.
Mis amigas se engancharon a mi brazo y las tres salimos de la habitación en dirección al salón real. Jessica y yo nos habíamos planteado celebrarlo en el jardín o en algún lugar exterior, pero el salón real tenía espacio más que suficiente para poder reunir a todos los invitados que acudirían al enlace doble. Al llegar a la puerta del salón real, Kya se adelantó y me avanzó que los chicos ya esperaban nuestra llegada. Sin embargo, aún debía esperar a Jessica para entrar. Yolanda volvió a lloriquear mientras miraba hacia las escaleras, por las que bajaba Jessica que estaba bellísima con su vestido de novia sencillo y vaporoso. Las tres aplaudimos al verla bajar y ella se sonrojó al llegar a nuestro lado:
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Amor y monstruos
General FictionMi nombre es Silvia y soy una adolescente con una vida monótona y aburrida...y así fue hasta que conocí a Jessica, una adolescente con un toque oscuro, nada popular y que extrañamente, me caía bien. Jamás imaginé que mi vida cambiaría tanto al cruz...