CAPITULO 33

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Miré el reloj mientras corría a casa. No me iba a dar tiempo a preparar una deliciosa comida antes de que él llegase. Así que, me pasé por una tienda de comida preparada y compré un par de bandejas de sushi y un pastel de postre para mí, dos bandejas grandes de costillas para Ray y natillas, que era su postre favorito, pan de acompañamiento y una botella de vino, de nuestro vino especial. Llegué a casa con todas las bolsas, las dejé en la cocina y empecé a prepararlo todo para sorprender a Ray. Lamenté que llegara antes de tiempo y me pillase colocando un picoteo sobre la mesa.

-¡Ya estoy en casa! –me saludó-.

-¡Espera, espera! –salí a recibirle, colgándome de su cuerpo y besándole intensamente-.

-¡Qué gran recibimiento! –rió conmigo entre sus brazos-.

-Se supone que has llegado antes, ¿no? –le señalé el reloj-.

-Quería darte una sorpresa –se encogió de hombros-.

-Es que me vas a fastidiar la sorpresa que yo tengo para ti –adelanté-.

-¿Me estás preparando una sorpresa? –dudó-.

-Sí –le sonreí-.

-¿Por qué? –insistió-.

-Me apetece –me encogí de hombros-.

-Bueno, pues voy a cambiarme y a darme una ducha... Así te doy tiempo a terminar esa sorpresa –me guiñó el ojo-.

-¡Genial!

Ray asintió y se retiró de allí con una sonrisa, en dirección a la planta de arriba. Respiré aliviada y me di prisa en terminar mi sorpresa. Cuando Ray regresó, ya estaban todos los platos sobre la mesa y yo me encontraba intentando abrir el vino para servirlo en las copas, pero se me resistía. Ray se acercó y me arrebató el vino de las manos para abrirlo y servir las copas antes de que ambos nos sentásemos. Ray saboreó el vino, bebiéndolo casi de trago y haciéndome suponer que traía sed. Al agarrar la copa de vino, me di cuenta de que yo no podía beber alcohol debido al embarazo, por lo que dejé la copa apartada y me serví un poco de agua, ante la atónita mirada de Ray.

-¿No te apetece tomar vino? –levantó una ceja-.

-No, hoy no –le guiñé el ojo-.

-¿Esta era la sorpresa? ¿Una rica comida sin vino para ti? –insistió-.

-Deja el tema del vino –le advertí-.

-Es un buen recibimiento, pero ¿a qué se debe todo esto? –señaló la mesa, llena de platos-.

-Tenemos que hablar –empecé-...

-¿He hecho algo mal, cariño? –dudó-.

-No es eso... Esto es muy complicado para mí... No debería, ya tengo alguna experiencia, pero –me aturullé-...

-Cálmate, mi vida –me pidió-.

-Sabes que te amo con toda mi alma y también sabes que te deseo muchísimo, ¿verdad? –empecé-.

-Y es mutuo, cariño –asintió-.

-Estos días me he estado sintiendo un poco mal y he tenido unos sueños recurrentes muy extraños... Si no te he dicho nada ha sido para no preocuparte –empecé, pero me frenó-...

-Ha sido culpa mía, te he absorbido demasiado –se lamentó-...

-Como he estado tan preocupada, esta mañana le pedí a Jessica que me hiciera una revisión médica y... Ya sé lo que me pasa –avancé-

-¿Es grave? –dudó-.

-No, no es grave –le tranquilicé-...

-Sea lo que sea, no estás sola –él creía que era otra cosa y el terror me atenazó-...

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora