CAPITULO 21

17 0 0
                                    

A la mañana siguiente, desperté encantada ante el calor que sentía entre las sábanas de aquella enorme cama. En la soledad de aquella cama, di media vuelta, esperando encontrar a Ray a mi lado. Pero, al no encontrarlo, mi mente recordó que Ray había sido capturado, que estaba en el reino de los licántropos bajo la protección de Adam y que había descubierto que estaba esperando un hijo de Ray. Se me escapó una sonrisa débil antes de que las lágrimas volvieran a llenar mis ojos y a circular por mis mejillas. No podía creer nada de lo que estaba pasando... Hace dos semanas, estaba entre los brazos de Ray, disfrutando de nuestro amor; mientras que ahora me encontraba sola y desesperada por su ausencia, ausencia que esperaba que fuese mínima para que nadie descubriese mi embarazo, asunto que me pondría aún más en peligro del que ya estaba.

Cuando me sentí un poco mejor, me levanté de la cama y me dirigí al baño a asearme. Aquel día, hacía un frío horrible, así que vestí unos leggins térmicos y oscuros, una camiseta de cuello vuelto en color beige y una chaqueta del mismo color. Abrí la puerta de la habitación, para salir de allí, pero me encontré un pasillo oscuro de piedra con antorchas enganchadas a la pared. Me sentí un poco desorientada al principio porque no sabía dónde tenía que ir, pero ver a Kya acercarse por el final del pasillo, me alivió.

-¡Buenos días, Silvia! –me saludó Kya al llegar a mi lado-.

-Buenos días, amiga –respondí su saludo-.

-¿Cómo te encuentras? –se interesó-.

-Un poco mejor –asentí-.

-Has dormido muchísimo, ¿de verdad estás bien? –insistió-.

-Sí, es solo que ayer fue un día de muchas emociones –le resté importancia-.

-¿Tienes hambre, te apetece desayunar? –quiso saber-.

-Preferiría dar un paseo y conocer tu hogar –le pedí-.

-¿Estás segura? ¡Hace un día muy frío! –me hizo ver-.

-No importa, iremos abrigadas –me encogí de hombros-.

-Está bien, demos un paseo. Estoy segura de que te encantara mi hogar, aunque hubiera preferido que lo hubieses conocido en otras circunstancias, la verdad –cedió Kya-.

Asentí y decidí no darle importancia. Ambas recorrimos aquel oscuro pasillo hasta llegar a unas escaleras de caracol que bajamos en dirección al exterior de la fortaleza. Ambas salimos al exterior, abrigadas. Al estar fuera, me di cuenta de por qué hacía tantísimo frío allí y no era porque nos encontrásemos en el mes de diciembre, sino porque aquella fortaleza se encontraba rodeada de montañas. Dimos un paseo por el lugar para conocerlo más a fondo, pero la incertidumbre se había instalado en mi vientre. La noche anterior me juré que estaría tranquila y no tanto por mí, sino por el hijo que tendría; pero me costaba mucho lograr esa calma. Tras un rápido y corto, pero intenso paseo; regresamos a la fortaleza. Necesitaba llamar a Jessica y saber si había alguna novedad respecto a Ray. Nos dirigimos al despacho de Adam, donde él estaba reunido con algunos de sus hombres, hombres con los que había luchado codo con codo. Al verme, todos me saludaron encantados antes de retirarse y dejarnos a solas con Adam.

-Me alegra verte más repuesta, Silvia –me saludó Adam-.

-Solo necesitaba dormir –me encogí de hombros-.

-¿Hay alguna novedad? –inquirió Kya-.

-No, que yo sepa –se lamentó Adam-.

-¿Te importaría si llamo a Jessica para que me informe? –le pedí a Adam-.

-Claro que no, adelante –me señaló el teléfono, antes de marcharse con Kya-.

Al quedarme sola en aquel despacho, marqué el número de teléfono de Jessica. Tras algunos toques, ella respondió el teléfono sin saber de quién se trataba al principio. Cuando se dio cuenta de que era yo, respondió a todas mis dudas, pero no había ninguna novedad respecto a Ray... Y así fue durante tres semanas más. Sin embargo, una mañana al despertar, Adam y Kya me esperaban en la puerta de mi habitación. No entendí nada cuando me los encontré allí, como a dos escoltas. Y entendí aún menos cuando Kya entró a la habitación, sin ni siquiera saludar, y cogió unas maletas donde empezó a guardar mis cosas. Miré a Adam, sin comprenderlo y no pude evitar pedirle explicaciones:

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora