CAPITULO 18

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Agarré un lápiz y subrayé aquellas dos clausulas del contrato antes de volver a guardarlo en uno de los cajones del despacho. Agarré uno de los posit que había sobre la mesa, escribí mi nombre y pegué el posit al cajón donde había guardado el contrato. Cogí mi libro para guardarlo en la habitación y salí de la oficina en dirección a la habitación. Me crucé con algunos soldados por el camino, que solo me saludaban al verme pasar y yo correspondía sus saludos. Por el camino, miré hacia la sala del gremio donde Jessica se reunía con el consejo. Esperaba que a mi amiga le estuviese yendo bien con esos amargados que siempre la frenaban a mejorar. Pasé por el salón real y vi que las puertas estaban cerradas a cal y canto. Recordé que ese día no había desayunado y las tripas me sonaron. Me regañé a mí misma, ya que podría comer dentro de un rato. De hecho, esperaba que Ray ya se hubiese despertado y pudiéramos salir a dar un paseo y de paso, comer algo. Subí las escaleras y al llegar al pasillo me crucé con Josh. Puse mala cara al verlo e intenté ignorarle, hacerme la tonta y no saludarle, como si no le hubiera visto, pero mi gozo se fue a un pozo cuando Josh me detuvo:

-Buenas tardes, Silvia –me saludó-.

-Buenas tardes, Josh –correspondí su saludo-.

-Me alegra verte porque quería hablar contigo –me frenó-.

-Tú y yo no tenemos nada de lo que hablar –le hice ver-.

-Yo creo que sí –sonrió-.

-¿Qué quieres? –repiqueteé mis dedos sobre el libro que llevaba-.

-Tengo una propuesta interesante que hacerte –me miró de arriba abajo-.

-Te escucho –le animé-.

-Sabes que pronto me convertiré en rey y siendo sinceros, también sabes que no estoy enamorado de Jessica. Se me ha ocurrido que ahora que el puesto de consejero real está libre, quizá te interesaría que fuera tuyo y si eres buena conmigo, tal vez, acabes convirtiéndote en mi reina –se acercó a mí, creando una trampa entre la pared y su cuerpo-.

-No me interesa y me encargaré personalmente de que jamás seas rey –le escupí-.

-Eres una mujer ambiciosa y nos entenderíamos tan bien –se relamió-.

Intenté empujarle y apartarme de él, pero él agarró mis brazos por encima de mi cabeza, haciendo caer el libro que llevaba, y con su mano intentó buscar mi interior, pero alguien le apartó de mí de sopetón. No pude alegrarme más al ver a Ray allí, que acababa de salvarme, y ver a Josh tirado por el suelo. Abracé a Ray, muerta de miedo. Él me miró y asentí, haciéndole ver que estaba bien, solo un poco asustada. Josh se levantó y ambos se retaron con la mirada. Entonces, Ray me colocó detrás de su cuerpo y aunque intenté frenarle con mi mano apretando su hombro, sabía que no serviría de nada, ya que Ray había adoptado la pose de guerrero y había cuadrado su mandíbula, señal inequívoca de que estaba muy cabreado.

-Ni siquiera voy a preguntarte lo que ha pasado, Josh...

-No es para tanto, general... Tu mujer es una calienta...

Josh ni siquiera terminó la frase, ya que el puño de Ray se estampó contra su cara, haciéndole caer al suelo. Cuando Josh se levantó, limpió la comisura de sus labios, de la que salía sangre con intensidad.

-Pagarás caro por eso, general –Josh le amenazó-.

-Inténtalo –Ray se encogió de hombros-.

-Cuando sea rey, me encargaré de hacerte la vida imposible –le advirtió Josh-.

-Jamás serás rey y podré hacerte pagar lo que le hiciste a mi hermana y lo que has intentando hacerle a ella –le amenazó Ray-.

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora