CAPITULO 42

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Me abalancé sobre Sarah cuando me cansé de escucharla. Sin duda, ella no se esperaba ese ataque por mi parte. La acabé tirando en el suelo y su daga salió disparada a la pared, donde se clavo. Estaba sentada sobre Sarah a horcajadas, agarrando sus manos por encima de la cabeza y atándole las manos mientras ella se retorcía e intentaba escapar de mi trampa.

-¡Suéltame! –me exigió-.

-¿Crees que soy estúpida? ¡Desde que te vi, supe que nos traerías problemas! –le hice ver-.

-¿Y qué vas a hacer...? –me retó-.

-Ayudarte a reunirte con tu querido Maru, pero antes necesito saber cómo desatar sus cuerdas –le señalé a Ray-.

-Sin duda, tendrás que matarme para conseguirlo –me hizo ver-.

-Y disfrutaré mucho haciéndolo porque nadie hace daño a mi gente y se va de rositas, y menos si intentas hacer daño a mi familia –le advertí mientras le ataba los pies-.

-Ray no va a permitir que me hagas daño porque a pesar de todo, él me quiere... Solo tengo que parpadearle con coquetería para llevarlo a mi terreno –se enorgulleció-.

-Estás terminando con mi paciencia, estúpida –coloqué mi pie sobre su pecho, intentando intimidarla sin dañarla-.

Sarah me miró pero calló. Me acerqué entonces a Ray para quitarle la mordaza de sus labios y llevé mi mano a las cuerdas, intentando razonar cómo desprender las cuerdas sin que ninguno de los dos sufriera ningún daño.

-No te preocupes por mí y mátala... Jamás imaginé que deseará algo así para Sarah, pero me ha decepcionado como hermana porque ella no era así –me pidió Ray-.

-Y te ha decepcionado porque en realidad es tu hermanastra –le solté-.

-¿Cómo? –Ray se sorprendió-.

-Antes de tu padre, hubo otro hombre en la vida de tu madre –le confesé-.

-En ese caso, mata a mi hermanastra –corrigió-.

-¡Creí que me amabas, hermano! –Sarah intentó convencer a Ray-.

-Y así era cuando pensaba que eras una joven dulce e inocente, pero no una joven cruel y retorcida capaz de crear infelicidad a su alrededor y disfrutarlo... Creí incluso que tu relación con Silvia sería buena, que seriáis buenas amigas, pero ella es mucho mejor que tú o que cualquier mujer... Y ni tú ni nadie va a separar a mi mujer de mí, Sarah... Además, te recuerdo, que has intentando matarme y alejar a Silvia de mi lado y ahora vas a recibir la misma moneda... Y no me gustaría estar en tu lugar porque no es agradable ver a Silvia cabreada y te aseguro que está furiosa y dispuesta a arrancarte la cabeza –sentenció Ray-.

-Te lo advertí, Sarah... Aunque he de reconocer que creí que sería él el que te mataría sin contemplaciones... Pero, yo también puedo hacerlo perfectamente –me acerqué a la pared y arranqué la daga de allí, acercándome a Sarah-.

-Incluso aunque me mates, te torturaré desde el más allá –me advirtió Sarah-.

-Entonces, me encargaré de que te pudras en el infierno al que vas, Sarah Watanabe –pronuncié-.

Y entonces, atravesé su pecho y su corazón con la misma daga con la que ella había rozado el cuello de Ray para matarle. Cuando saqué la daga de su cuerpo ensangrentado, dejé el arma junto a su cuerpo y vi cómo las cuerdas que rodeaban a Ray caían al suelo sin problema. Suspiré aliviada al ver que él estaba bien y que se acuclillaba a mi lado, buscando mi rostro y mirando de hito en hito aquel cuerpo sin vida y a mí.

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora