CAPITULO 49

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Cuando volví a despertar, el dolor de cabeza ya había desaparecido. Me permití una sonrisa ante aquello y me incorporé con cuidado de la cama. Vi que Ray no se encontraba allí y algo dentro de mí se sintió mal. ¿Por qué me sentía así? ¿Por qué me entendía tan bien con él? ¿Por qué no recordaba a toda esa gente que parecía quererme y preocuparse por mí? ¿Por qué llevaba un anillo de matrimonio? ¿Por qué Ray tenía un anillo similar, acaso yo era su esposa? Tenía tantas dudas y necesitaba tantas respuestas que no sabía cómo empezar, pero debía comenzar a recordar para dejar de sentirme tan desorientada.

En ese momento, la puerta de la enfermería se abrió, dejando pasar a la joven morena con una bandeja llena de comida y llevaba una bolsa colgada de su hombro, aunque no sabía para qué necesitaba eso en la enfermería. No creí que tenía tanta hambre hasta que escuché rugir a mis tripas. Le sonreí con timidez a aquella chica y ella me dedicó una sonrisa deslumbrante, aunque parecía cansada.

-Parece que tienes hambre –aquella chica dejó la bandeja sobre la cama y soltó su bolsa sobre el sillón-.

-Sí, eso parece –admití-.

-No te avergüences, adelante –ella me indicó a comer con un gesto de la mano-.

-Aún no sé cuál es tu nombre –dudé-...

-Lo sabes, pero lo has olvidado –aclaró-...

-¿Por qué lo he olvidado? –quise saber-.

-Aún no recuerdas qué ocurrió para que te ingresaran aquí, pero creo que podría ayudarte a recordarlo –asintió-.

-Agradecería tu ayuda –admití-.

-Mi nombre es Jessica –me recordó-.

-¿No vamos al mismo instituto? –entrecerré los ojos-.

-Sí, íbamos al mismo instituto –ella rió-.

-Creo que por eso me sonabas tanto –reí-.

-Puede ser, pero la cuestión es por qué estás aquí, en un hospital –me recordó-.

-Sí, me gustaría saberlo –asentí-.

-Alguien te atacó y golpeó tu cabeza varias veces contra el suelo, lo que afecto a tu memoria –me explicó-.

-¿Y podré recordarlo todo si he estado dos semanas inconsciente? –me preocupe-.

-Espero que puedas recordarlo todo con el tiempo... ¿Cómo sabes que llevas dos semanas aquí? –enarcó una ceja-.

-Ray me lo dijo –me encogí de hombros-...

-¿Ray estuvo aquí aunque le pedí que no lo hiciese? ¿Por qué será que no me sorprende? –Jessica sacudió la cabeza con una sonrisa de suficiencia-.

-No te enfades con él... En realidad, si no hubiera estado aquí, me habría caído de boca al suelo y a mi falta de memoria ahora se añadiría una boca sin dientes –bromeé-.

-¿No recuerdas a Ray, verdad? –tanteó-.

-No y tengo la sensación de que debería recordarle –confesé-.

-Lo harás con el tiempo –asintió-.

-¿Quiénes eran los otros chicos que entraron antes? –pregunte-.

-Uno de ellos es mi hermano y el otro chico es mi marido –me explicó-.

-¿Te has casado con 17 años? –puse mala cara-.

-No, es que ya no tenemos esa edad... Ya tenemos 23 años, amiga –me hizo ver-.

-Pues, no recuerdo nada de lo que ha pasado en este tiempo –me avergoncé-.

Amor y monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora