4. Halloween y Quidditch

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Eran las cinco de la mañana.

Los pasillos estaban en un aire envuelto de tranquilidad.

El castillo, normalmente bullicioso con la actividad de estudiantes y profesores, estaba en silencio, interrumpido solo por el ocasional crujido de las escaleras que se movían y el suave susurro del viento que se filtraba por las ventanas.

Los retratos de magos y brujas en las paredes estaban adormilados, algunos roncando suavemente, otros murmurando en sueños.

No había dormido bien la noche anterior, la curiosidad que me causaba saber que había en el pasillo prohibido me mantenía despierta.

De pronto, detrás mío oí pasos y murmullos.

Me dí la vuelta pensando en qué inventar en caso de que fuera Filch con su detestable gata Norris.

Para mi sorpresa, no lo era.

Era el profesor Quirrell.

-¿Q... qué... h... haces a.. aqui? -preguntó deteniéndose enfrente mío y bajando un poco la cabeza para verme.

-No podía dormir y siempre que no puedo hacerlo, camino. ¿Usted también?

-No... d... deberías... es... estar... a... aquí. Está... pro... prohibido -recalcó parpadeando varias veces con nervios- Es... estás r... rompiendo... l... las reglas.

-En ese caso, usted también lo está haciendo -repliqué fríamente y con seriedad- ¿o... el director Dumbledore le pidió que viniera?

-Eso no es tu incumbencia, niña -dijo rápidamente en un susurro sin tartamudear- Mejor vete a jugar a la casita y... -abrió tanto los ojos que inclusive pensé que se iban a salir de sus órbitas.

Por suerte no se salieron de sus órbitas. Era una imágen muy perturbadora de la cual no me recuperaría jamás.

-No comentes nada sobre esto o ya verás.

-¿Sobre qué? ¿sobre que se dirigía a el pasillo prohibido o... que no tartamudea? -Quirrell se puso el dedo indice entre los labios y chitó para que guardara silencio.

-Cierra tu pequeña boca, niña.

El profesor Quirrell se dió la vuelta y comenzó a caminar tan de prisa que incluso casi tropieza con su mismo pie.

Fruncí el ceño confundida.

Era extraño.

Miré de nuevo al pasillo, dudando si seguir mi camino o volver a la sala común para intentar dormir al menos una hora.

Suspiré decidida y empecé a caminar hacia el pasillo contrario, dirigiéndome a la biblioteca a esperar la hora del desayuno.

En la biblioteca, estuve leyendo Historia de la Magia Moderna hasta la hora del desayuno, con la señora Pince observándome de vez en cuando para asegurarse de que no me llevase su libro.

Al parecer, habia mucha información sobre Harry Potter, pero no pude leer más.

Cuando escuché las risas y bullas de los alumnos caminando hacia el Gran Comedor, dejé de nuevo el libro en el estante y me dirigí hacia el Gran Comedor.

-¿En dónde estabas? -preguntó Daphne suavemente al verme llegar haciendo espacio en el asiento de la mesa para que me sentase- No te vi en el dormitorio en la mañana.

-Estaba en la biblioteca -respondí sirviendo un pan tostado en mi plato untado en mermelada junto a un montón de zanahorias.

Alzé la vista y vi a seis lechuzas entrar en el Gran Comedor con un delgado y largo paquete que dejaron caer sobre la mesa de Gryffindor, enfrente de la mesa de Potter.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora