25- La Predicción de la Profesora Trelawney

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A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos y lo que a todo el mundo le apetecía era pasear por los terrenos del colegio y dejarse caer en la hierba, con grandes cantidades de zumo de calabaza bien frío, o tal vez jugando una partida improvisada de gobstones, o viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago.

Pero no podían hacerlo.

Los exámenes se echaban encima y, en lugar de holgazanear, los estudiantes tenían que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarse mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire estival.

Me concentré en mis exámenes.

No era tan necesario estudiar tanto porque recordaba perfectamente y al pie de la letra lo que había visto en ese mismo curso.

No me era difícil ignorar los reproches de Malfoy que había estado notablemente apagado desde el triunfo de Gryffindor en la final de quidditch.

-Crabbe, podrías decirle a Riddle, que la apelación de la bestia inmunda estará fijado para el dia seis y que en mi celebración ella no estará invitada -avisó Malfoy con frialdad.

Me metí el pan tostado untado con mermelada a la boca, sin prestarle atención a ambos mientras leía el periódico.

-Díselo tú -escupió Crabbe. Malfoy le dió una mirada fulminante, y con desgana, Crabbe abrió la boca y dijo:- Draco te avisa que el dia seis será la apelación de la bestia inmunda, y el día de su celebración no estarás invitada.

Fruncí un poco el ceño, pero luego dejé de hacerlo

-No me importa ni un poco la celebración de Malfoy -les dije con seriedad sin hacer ninguna expresión.

Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio.

Los alumnos de tercero salieron del examen de Transformaciones el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habían hecho y quejándose de la dificultad de los ejercicios, consistentes en transformar una tetera en tortuga.

-¿Las tortugas sacan vapor por a boca? -preguntó el chico de Ravenclaw, Anthony Goldstein.

Encogí los hombros.

Después de una comida apresurada, la clase volvió a subir para el examen de Encantamientos. El profesor Flitwick puso en el examen los encantamientos estimulantes.

Después de cenar, los alumnos fueron inmediatamente a sus respectivas salas comunes, pero no a relajarse, sino a repasar Cuidado de Criaturas Mágicas, Pociones y Astronomía.

Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado.

Parecía tener la cabeza en otra parte. Había llevado un gran cubo de gusarajos al aula, y nos dijo que para aprobar teníamos que conservar el gusarajo vivo durante una hora.

Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habían tenido nunca.

Hagrid parecía no tener ganas de nada, se veía tan triste.

Aquella tarde tuvimos el examen de Pociones: por suerte no fue un desastre, y pude hacer mi "receta para confundir".

A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el de Astronomía; el miércoles por la mañana el de Historia de la Magia, en el que escribí todo lo que Esther me había contado acerca de la persecución de las brujas en la Edad Media, y hubiera dado cualquier cosa por poder tomar además en aquella aula sofocante una de sus tazas de chocolate.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora