7. Piedra Filosofal

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Hacía mucho calor, en especial en el aula grande donde se examinaban por escrito.

Nos habían entregado plumas nuevas y especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa.

También teníamos exámenes prácticos.

El profesor Flitwick nos llamó uno a uno al aula, para ver si podíamos hacer que una piña bailara claqué encima del escritorio.

La profesora McGonagall nos observó mientras intentabamos convertir un ratón en una caja de rapé. Ganaban puntos las cajas más bonitas, pero los perdían si tenían bigotes.

Snape puso nerviosos a todos, respirando sobre sus nucas mientras trataban de recordar cómo hacer una poción para olvidar.

Tuve que hacer caso omiso a las punzadas que sentía en el pecho, un dolor que me molestaba desde el día en el que había estado en el bosque.

El último examen era Historia de la Magia.

Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos chiflados que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y estarían libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibieran los resultados de los exámenes.

Cuando el fantasma del profesor Binns nos dijo que dejáramos nuestras plumas y enrollaramos nuestros pergaminos, no pude evitar sentirme feliz como el resto.

—Creo que uno de los examenes que más se me ha complicado, es Encantamientos —confesó Zabini, sentándose enfrente mío en el patio cerca del lago.

—A mí ninguno. El profesor Flitwick dijo que saqué ciento veintitrés de cien, creo que es bueno.

—"Bueno", ajá —contestó Zabini, abriendo su libro de Defensa Contra las Artes Oscuras—. A diferencia tuya, yo si tengo que estudiar... Aunque... —cerró el libro frunciendo el ceño— no sé si el profesor Quirrell vaya evaluar.

—¿Por qué lo dices?

—Bueno, el día de tu castigo, fui a hablar con el profesor Snape después de la cena. Necesitaba preguntarle si era posible hacer una poción que convirtiera a una persona en invisible —relató, mirando al cielo esforzándose para recordar el momento y luego bajó la cabeza—. Y cuando salí, pude ver al profesor Quirrell saliendo del colegio.

Me acerqué con cautela con la intención de oírlo mejor.

—Creo que algún pariente suyo falleció porque llevaba una túnica negra. Además, tendría sentido porque estos días se ve... "afectado" —prosiguió—, (por no decir que más flaco y demacrado).

—¿Túnica negra? —repetí. Zabini asintió.

Intenté recordar a la figura del bosque prohibido, aunque mis recuerdos eran vagos, ya que el dolor que habia sentido me impidió verlo claramente.

Entonces, recordé la pregunta de Firenze, el centauro: "¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?". Potter había estado apunto de mencionar a Voldemort aquel día.

—Esa figura en el bosque prohibido era Quirrell... —susurré, poniéndome de pie— Gracias, Zabini —le dije, y comencé a caminar.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora