52- Duelo

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El hombrecillo de la capa había posado su lío de ropa y, con la varita encendida, me arrastraba hacia la lápida de mármol.

A la luz de la varita, se podía ver el nombre inscrito en la lápida antes de ser arrojado contra ella:

TOM RYDDLE

Tragué saliva.

El hombre de la capa hizo aparecer por arte de magia unas cuerdas que me sujetaron a la lápida desde el cuello a los tobillos.

Se oía la respiración rápida y superficial que provenía de dentro de la capucha.

Intenté soltarme, pero el hombre me golpeó, se notaba que le faltaba un dedo.. era Colagusano.

—¡Tú!

Colagusano no contesto, estaba demasiado ocupado comprobando la firmeza de las cuerdas, y sus dedos temblaban incontrolablemente hurgando en los nudos.

Después de asegurarse de que no pudiera moverme, Colagusano sacó de la capa una tira larga de tela negra y me la metio en la boca.

No podía hacer nada, ni ver a dónde se había ido Pettigrew, sólo podía ver lo que había justo delante de él.

El cuerpo de Cedric yacía a unos seis metros de distancia.

Un poco más allá, brillando a la luz de las estrellas, estaba la Copa de los tres magos.

Mi varita estaba a mis pies, pero no podía moverme para tomarla.

La ropa dónde se hallaba el "bebé" estaba cerca  junto a la sepultura.

Se agitaba de manera inquietante.

La cicatriz me dolía...

«¡No por favor!»

Oía un ruido a mis pies.

Baje la mirada, y ví una serpiente gigante que se deslizaba por la hierba, rodeando la lápida a la que estaba atado.

Volví a oír, cada vez más fuerte, la respiración rápida y dificultosa de Colagusano, que soñaba como si estuviera acarreando algo pesado.

Podía verlo empujando hasta la sepultura algo que parecía un caldero de piedra, aparentemente lleno de agua.

Salpicaba al suelo, y era más grande que ningún caldero que él hubiera utilizado nunca: era una especie de pila de piedra capaz de contener a un hombre adulto sentado.

La cosa que había dentro del lío de ropa, en el suelo, se agitaba con más persistencia, como si tratara de liberarse.

En aquel momento, Colagusano hacía algo en el fondo del caldero con la varita.

De repente brotaron bajo él unas llamas crepitantes.

La serpiente se alejó reptando hasta adentrarse en la oscuridad.

El líquido que contenía el caldero parecía calentarse muy rápidamente.

La superficie comenzó no sólo a borbotear, sino que también lanzaba chispas abrasadoras, como si estuviera ardiendo.

El vapor se espesaba emborronando la silueta de Colagusano, que atendía el fuego.

El lío de ropa empezó a agitarse más fuerte, entonces se volvió a oír una voz fría y aguda:

—¡Date prisa!

La entera superficie del agua relucía por las chispas.

Parecía incrustada de brillantes.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora