77- Los Cuentos de Beeddle el Bardo

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Al parecer Flitwick tenía razón.

Habia sido nombrada Premio Anual para mi séptimo año según el correo de Hogwarts (correo que no me habia molestado en abrir desde ya hacía un mes).

El primer día de septiembre llegó al igual que el día de ir a Hogwarts y tenía la opción de ir a cursar mi ultimo año en el colegio, sin embargo no asistiría.

No sabía como sentirme.

Sabía que mi aspecto habia estado empeorando porque no habia estado tomando la poción curativa de Snape.

Cada que me miraba en un espejo me preguntaba como habia llegado a tal estado, parecía que mis ojos no tenían vida y físicamente me mareaba siempre: se sentía como estar girando sin parar acompañada de un terrible dolor de cabeza.

No era algo de lo cual hablara más que a Snape quien una que otra vez me mandaba correos preguntándome si habia estado tomando la poción y advirtiéndome que no debía usar la maldición Septumsempra al menos que fuera necesario.

Y es que de cierto modo, no iba a planear usarla. Le habia dado mi promesa a Snape de tomar la poción si me enseñase aquel hechizo y no veía tan adecuado usarla si no estaba cumpliendo con ella.

Sabía que no dormir me estaba haciendo efecto, puesto que me sentía horriblemente cansada. Me había estado desvelando por estar leyendo el libro que me habia heredado Dumbledore titulado "Las personas eligen su propio destino" de un autor mago que ya habia muerto en al menos cuatro siglos atrás.

El libro relataba la historia de un chico que cometió actos atroces al ser influenciado por un mago tenebroso.

Según el libro, el chico tenía la opción de seguir cometiendo atrocides o remediar todo. Uno de los dos destinos era vivir para siempre estando condenado y, el otro era morir como buena persona y en paz.

Suspiré hastiada.

Recargué mi cabeza en la ventana mientras abrazaba mis piernas y admiraba lo hermosa que se veía la noche. Estaba empezando a tener aburrimiento y no estar pensando en nada hizo que mis párpados comenzaran a sentirse más pesados para dormir.

Cuando de repente, comencé a sentir furia dentro de mí, como si no estuviera satisfecha con algo. No era un sentimiento propio.

En mi mente resonaba una charla. Apostaba la vida que era una conversación entre mi padre y Nagini. Al parecer hablaban de una varita, una llamada Varita de Saúco.

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—¿Entonces? —preguntó Lucius con voz áspera esperando a que hablara— ¿Por qué tanta urgencia en hablar con nosotros?

—Yo... yo... —titubeé.

Lucius suspiró fastidiado y alzó las cejas haciendo marcar bastante sus lineas de expresión de la frente.

Admiré el lugar. Era muy espacioso y muy oscuro: el lugar tenía varias antorchas pero solo estaba prendida una, también tenía varios sillones de aspecto antiguo y un gran estante pegado a la pared con un montón de libros de pastas negras y otras de un color verde oscuro.

—Di lo que vas a decir, Claire —pidió Cissy de pie detrás del sillón en donde estaba Lucius sentado— No tenemos ningún inconveniente en escucharte, ¿cierto, Lucius?

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora