38- Hurones

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La mañana siguiente la tormenta se había ido a otra parte, aunque el techo del Gran Comedor seguía teniendo un aspecto muy triste.

Durante el desayuno, unas nubes enormes del color gris del peltre se arremolinaban sobre las cabezas de los alumnos.

Gemí de dolor cuando Goyle me piso el pie. Parkinson me miró.

—Los horarios siguen de la misma manera, Herbología con Ravenclaw, Cuidado de Criaturas Mágicas con Gryffindor ¡Ugh, esto está del asco!

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—Recién nacidos —dijo con orgullo Hagrid—, para que puedan criarlos ustedes mismos. ¡He pensado que puede ser un pequeño proyecto!

—¿Y por qué tenemos que criarlos? —preguntó Malfoy fríamente mientras Crabbe y Goyle reían.

Hagrid se quedó perplejo ante la pregunta.

—¿Y qué hacen? —pregunté en tono amable— ¿Para qué sirven?

Hagrid abrió la boca, según parecía haciendo un considerable esfuerzo para pensar.

Hubo una pausa que duró unos segundos, al cabo de la cual dijo bruscamente:

—Eso lo sabrás en la próxima clase, Black.  Hoy sólo tienes que darles de comer. Pero tendrás que probar con diferentes cosas. Nunca he tenido escregutos, y no estoy seguro de qué les gusta. He traído huevos de hormiga, hígado de rana y trozos de culebra. Probad con un poco de cada.

—Primero el pus y ahora esto —murmuró Seamus.

Nada salvo el profundo afecto que le teníamos a Hagrid podría haber convenciar puñados de hígado despachurrado de rana y tratar de tentar con el a los escregutos de cola explosiva.

No podía dejar de pensar en eso absurdo, porque los escregutos ni siquiera parecían tener boca.

—¡Ay! —gritó Dean Thomas, unos diez minutos después—. ¡Me ha hecho daño!

Hagrid, nervioso, corrió hacia él.

—¡Le ha estallado la cola y me ha quemado! —explicó Dean enfadado, mostrándole a Hagrid la mano enrojecida.

—¡Ah, sí, eso puede pasar cuando explotan! —dijo Hagrid, asintiendo con la cabeza.

—¡Ay! —exclamó Lavender Brown—. Hagrid, ¿para qué hacemos esto?

—Bueno, algunos tienen aguijón —repuso con entusiasmo Hagrid (Lavender se apresuró a retirar la mano de la caja). Probablemente son los machos... Las hembras tienen en la barriga una especie de cosa succionadora... creo que es para chupar sangre.

—Ahora ya comprendo por qué estamos intentando criarlos —dijo malfoy sarcásticamente— ¿Quién no querría tener una mascota capaz de quemarlo, aguijonearlo y chuparle la sangre al mismo tiempo?

—El que no sean muy agradables no quiere decir que no sean útiles —replicó Granger con brusquedad—. La sangre de dragón es increíblemente útil por sus propiedades mágicas, aunque nadie querría tener un dragón como mascota, ¿no?

—Son pequeños... demasiado, para pisarlos.

Malfoy rió.

—No creo que los "escregutos" de ese idiota, crezcan y nos empiecen a atacar —Goyle se puso del lado de Draco.

En la comida, Goyle conversaba con Crabbe sobre lo mismo, mientras comía un sándwich.

Me metí a la boca la zanahoria.

Cuando sonó la campana para anunciar el comienzo de las clases de la tarde, Bulstrode y yo nos encaminamos hacia la torre norte, en la que, al final de una estrecha escalera de caracol, una escala plateada ascendía hasta una trampilla circular que había en el techo, por la que se entraba en el aula donde vivía la profesora Trelawney.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora