30- El Ciervo y la Cierva

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-Asombroso verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con vida. No he oído nunca nada parecido. Menos mal que se encontraba usted allí, Snape...

-Gracias, señor ministro. -Snape hizo un gesto de agradecimiento.

-Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi mano! -Concluyo Cornelius Fudge.

-Muchísimas gracias, señor ministro

-Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.

-En realidad fueron Potter, la pariente lejana de Sirius Black, Weasley y Granger, señor ministro. -Dijo Snape con desencanto.

-¡No!

-Black los había encantado. Me di cuenta enseguida.

-A juzgar por su comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir.

-Me parece que creían que existía una posibilidad de que fuera inocente. No eran responsables de lo que hacían.

-Por otro lado, su intromisión pudo haber permitido que Black escapara... Obviamente, creyeron que podían atrapar a Black ellos solos.

-Han salido impunes en tantas ocasiones anteriores que me temo que se les ha subido a la cabeza... Y naturalmente, el director ha consentido siempre que Potter goce de una libertad excesiva.

-Bien, Snape. ¿Sabe? Todos hacemos un poco la vista gorda en lo que se refiere a Potter y la chica Black. -Fudge miro hacia mi camilla.

-Ya. Pero ¿es bueno para ellos que se les conceda un trato tan especial?

- Personalmente, intento tratarlo como a cualquier otro.

-Y cualquier otro sería expulsado, al menos temporalmente, por exponer a sus amigos a un peligro semejante.

- Fíjese, señor ministro: contra todas las normas del colegio... después de todas las precauciones que se han tomado para protegerlo... Fuera de los límites permitidos, en plena noche, en compañía de un licántropo y un asesino... y tengo indicios de que también ha visitado Hogsmeade, pese a la prohibición.

-Bien, bien..., ya veremos, Snape. El muchacho y la muchacha han sido traviesos, sin duda.

Me sentía aturdida.

Las palabras que oía me costaba trabajo entenderlas.

Sentía las partes del cuerpo como si fueran de plomo.

Mis párpados eran demasiado pesados para levantarlos.

Quería quedarme allí acostada, en aquella cómoda cama, para siempre...

-Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores... ¿Realmente no sospecha qué pudo ser lo que los hizo retroceder, Snape?

-No, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posiciones, en las entradas.

-Extraordinario. Y sin embargo, Black, Harry, Claire y la otra chica...

-Todos estaban inconscientes cuando llegué allí, Claire estaba casi agonizando. Até y amordacé a Black, hice aparecer por arte de magia unas camillas y los traje a todos al castillo.

Podía comprender mejor.

Pero hacerlo, me hacía sentir una sensación punzante que se acentuaba en mi estómago.

Abro los ojos.

Apenas podía ver.

Veía borroso.

Me hallaba en la oscura enfermería junto con Potter.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora