65- Detrás del Velo

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Nos rodearon unas siluetas negras salidas de la nada, que nos cerraron el paso a derecha e izquierda; varios pares de ojos brillaban detrás de las rendijas de unas máscaras, y una docena de varitas encendidas nos apuntaban directamente al corazón.

Ginny soltó un grito de horror.

Estuve visualizando todo debajo de la axila de Longbottom. Sabía cual de todos era mi tío aún teniendo mascaras puestas.

—Dame eso, Potter —repitió la voz de mi tío Lucius Malfoy, que había estirado un brazo con la palma de la mano hacia arriba.

—Dame eso —dijo Lucius una vez más.

—¿Dónde está Sirius? —preguntó Potter.

Varios mortífagos rieron; una áspera voz de mujer surgió de entre las oscuras figuras, hacia la izquierda de Potter, y sentenció con tono triunfante:

—¡El Señor Tenebroso nunca se equivoca!

—No, nunca —apostilló Lucius con voz queda— Y ahora, entrégame la profecía, Potter.

—¡Quiero saber dónde está Sirius!

—"¡Quiero saber dónde está Sirius!" —se burló la mujer que estaba a su izquierda.

Ella y el resto de los mortífagos se habían acercado más a nosotros, de los que ahora sólo los separaban unos palmos, y la luz de sus varitas deslumbraba a Potter.

—Sé que lo han capturado. Está aquí. Sé que está aquí.

—El bebé se ha despertado asustado y ha confundido el sueño con la realidad —dijo la mujer imitando la voz de un niño pequeño.

—No hagas nada —murmuró Potter a los demás— Todavía no...

La mujer que lo había imitado soltó una ruidosa carcajada.

—¿Lo han oído? ¿Lo han oído? ¡Está dando instrucciones a los otros niños, como si pensara atacarnos!

—¡Ah, tú no conoces a Potter tan bien como yo, Bellatrix! —exclamó Lucius quedamente— Tiene complejo de héroe; el Señor Tenebroso ya lo sabe. Y ahora dame la profecía, Potter.

Fruncí el ceño confundida.

—Sé que Sirius está aquí —insistió Potter— ¡Sé que lo han tomado!

Unos cuantos mortífagos volvieron a reír, aunque la mujer fue la que rió más fuerte.

Salí detrás de Longbottom y miré de frente a Lucius.

—¡Ven! —gritó el hombre rubio estupefacto aunque tuvo la habilidad de no demostrarlo. La mujer lo miró— ¿¡Qué haces aquí!? ¡Aléjate de ellos!

Di unos pasos hacia atrás.

El hombre volvió a mirar a Potter.

—Ya va siendo hora de que aprendas a distinguir la vida de los sueños, Potter —dijo Lucius— Dame la profecía inmediatamente, o empezaremos a usar las varitas.

—Adelante —lo retó Potter, y levantó su varita mágica hasta la altura del pecho.

En cuanto lo hizo, las cinco varitas se alzaron a su alrededor.

Pero los mortífagos no atacaron.

—Entrégame la profecía y nadie sufrirá ningún daño —aseguró Lucius fríamente.

—¡Sí, claro! —exclamó— Yo le doy esta... profecía, ¿no? Y ustedes nos dejan irnos a casa, ¿verdad?

Tan pronto como Potter terminó la frase, la mortífaga chilló:

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora