5. Un Invierno en Hogwarts

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Una mañana de mediados de diciembre, Hogwarts se descubrió cubierto por dos metros de nieve.

El lago estaba sólidamente congelado y los gemelos Weasley fueron castigados por hechizar varias bolas de nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su turbante.

Las pocas lechuzas que habían podido llegar a través del cielo tormentoso para dejar el correo tuvieron que quedar al cuidado de Hagrid hasta recuperarse, antes de volar otra vez.

Todos estaban impacientes de que empezaran las vacaciones. Mientras que la sala común de Slytherin y el Gran Comedor tenía la chimenea encendida, los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas.

Lo peor de todo eran las clases del profesor Snape, abajo en las mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y me mantenía lo más cerca posible de mi caldero caliente.

En una de las clases, me emparejaron con Longbottom, y por suerte, el aula y el caldero no explotaron. Longbottom sólo leía las instrucciones y añadía en el caldero los ingredientes que le daba.

Lo único extraño fue que, mencionó haber visto un perro de tres cabezas en el pasillo prohibido del tercer piso, aunque después ya no quiso hablar más del tema.

-Me da mucha lástima -dijo Draco Malfoy, en una de las clases- Toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.

Mientras hablaba, miraba en dirección a Harry. Crabbe y Goyle lanzaron risitas burlonas. Después del partido de quidditch, Draco se había vuelto más desagradable que nunca.

Disgustado por la derrota de Slytherin, había tratado de hacer que todos se rieran diciendo que un sapo con una gran boca podía reemplazar a Potter como buscador.

Pero a nadie le causaba gracia.

Cuando abandoné la mazmorra, al finalizar la clase de Pociones, Malfoy me propuso ir a la sala común a enseñarme a jugar ajedrez mágico, pero en el camino, observé que un gran abeto ocupaba el extremo del pasillo.

Dos enormes pies aparecieron por debajo del árbol y un gran resoplido me indicó que era el guardabosques, Hagrid.

-Hola, Hagrid. ¿Necesitas ayuda? -preguntó Weasley, por delante metiendo la cabeza entre las ramas.

-No, va todo bien. Gracias, Ron.

Malfoy le dió un codazo a Crabbe y se aproximó hacia Weasley.

Me aparté hacia el otro extremo del pasillo tomando mi bolso de la asa con ambas manos y paseando la mirada por todo el lugar buscando una forma de pasar ante los robustos cuerpos de Crabbe y Goyle.

-¿Te importaría quitarte de en medio? ¿Estás tratando de ganar algún dinero extra, Weasley? Supongo que quieres ser guardabosques cuando salgas de Hogwarts... Esa choza de Hagrid debe de parecerte un palacio, comparada con la casa de tu familia.

Di dos pasos hacia atrás cuando vi que Weasley quiso lanzarse contra Draco, justo cuando Snape apareció en lo alto de las escaleras.

-¡WEASLEY!

Weasley soltó el cuello de la túnica de Draco.

-Lo han provocado, profesor Snape -dijo Hagrid, sacando su gran cabeza peluda por encima del árbol-. Malfoy estaba insultando a su familia.

-Lo que sea, pero pelear está contra las reglas de Hogwarts, Hagrid -dijo Snape con voz amable- Cinco puntos menos para Gryffindor; Weasley, y agradece que no sean más. Y ahora marchense todos.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora