CAPÍTULO 42

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Me he pasado la noche en vela afilando el lápiz que Cristina me dio con una cuchilla de afeitar que le he encontrado a Zuleika escondida en su neceser. Aunque dudo que la Nena o sus chicas vayan a venir más a por mí, prefiero estar preparada. "Sabes fabricar armas", me dijo Francesco, y eso he hecho, fabricarme un pequeño punzón que clavándolo en según qué zonas podría hacer mucho daño.

No solo lo usaré como defensa contra la Nena y su banda, sino también contra Carlota. Aunque no soy una de sus chicas, se podría decir que somos "socias", al menos para cuando necesitemos ayuda la una de la otra. Pero conociendo bien la peligrosidad de Carlota, y que yo no hago amistad tan fácilmente, prefiero cubrirme las espaldas para cuando robe en otro de sus escondites. Si mi plan no falla, Carlota supondrá que ha sido la Nena, pero de nuevo, prefiero asegurarme.

Con cara de haber dormido poco, salgo junto a mis compañeras de la celda cuando nos abren las puertas y la galería del módulo uno despierta un día más. Los funcionarios nos mandan a los baños a asearnos antes de ir a desayunar, y allí vamos todas como un rebaño de ovejas, haciendo caso de los que nos mandan nuestros pastores.

Esto me desespera. El no poder hacer lo que quiera me desespera. El no poder llevar mi propio horario y ritmo me desespera. El tener que hacer cola para ducharme delante de tantas personas desconocidas me desespera. El tener que hacer cola para mear o cagar me desespera.

Conformes terminamos en el baño nos redirigen al comedor para servirnos el desayuno, y de nuevo me desespera no poder elegir lo que prefiero comer cada día.

Pero lo que más me desespera de todo es que pasan los meses, tengo el plano de la cárcel grabado en mi mente, he pensado varios planes y todos desechados, y yo me muero por salir de aquí. Algunas noches me desvelo enojada y con ganas de tumbar la pared a golpes y correr para que no me alcancen.

Vivir en una cárcel es como vivir en el infierno. Sí, te dan un techo, cama, higiene y comida sin tener que pagar nada, pero a cambio tienes que dar tu libertad. Tienes que convivir con gente que puede matarte en cualquier momento y te obligan a estar alerta incluso por las noches.

En unos meses cumpliré 20 años aquí encerrada. Nunca me habían interesado las fiestas de cumpleaños, incluso las últimas que he tenido con la banda o con Caterina y Abdel, pero esta me va a joder más que ninguna otra.

Hace una semana que le di la brutal paliza a la Nena y ya está de vuelta, lo sé desde que ayer Cristina lo escuchara en una visita que hizo a enfermería a por pastillas para la regla. Cuando entro al comedor me la encuentro acompañada de su séquito preocupándose por su estado. Al verme entrar baja la cabeza y sus chicas murmuran entre ellas. Ya sabe lo que le espera si se le ocurre mandar a sus perras de presa a por mí, así que dudo que se atreva a hacerme nada.

Pongo sobre la bandeja el desayuno que toca hoy y me encamino, acompañada de la canija, hasta la mesa libre más cercana. Por el corto trayecto, y desde que saben lo que le hice a una de las líderes de la cárcel, el resto de presas suele apartarse a mi paso o mirarme atentamente, algunas con temor. El respeto que tenía la Nena antes de mi llegada se disolvió la semana pasada cuando la llevaron urgentemente a enfermería con la cara llena de golpes y una clara fisura en una costilla.

La mía, con el reposo que he hecho estos días, no ha vuelto a darme problemas, espero que siga así y termine de recuperarse de una vez. El médico y las enfermeras del módulo supieron de inmediato que yo había sido la ejecutora de esa paliza, pero al igual que yo, la Nena no dio nombres.

Comemos el desayuno con tranquilidad, como un día más aquí dentro. Cristina me comenta, como si me interesara algo, cómo le van las clases y lo segura que se siente para aprobar el examen que tiene en un mes. No tarda mucho en darse cuenta de que su vida estudiantil me la trae al pairo y decide desviar la conversación para preguntarme si se me ha ocurrido algún plan.

La AjedrecistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora