CAPÍTULO 29

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 —Ay, linda amiga, si no vuelvo a verte. Cuerpo garrido que me lleva a la muerte...

La voz de Salazar cantando esa vieja canción se mezcla con el sonido del teclado de mi nuevo ordenador. Me acomodo en la cama de mi nueva habitación y cliqueo en la primera entrada que veo. Mientras espero que la página cargue, jugueteo con el collar de serpiente que Francesco me regaló hace unas semanas al cumplir la mayoría de edad, y recuerdo lo que me dijo:

 —Ya tienes 18 años e puedes ir a la cárcel. Tus robos e asesinatos ahora son castigados, empezarás a ser perseguida por la policía para encerrarte e non por los servicios sociales para hacerse cargo de tu tutela. Así que debes ser responsable de tus actos, sean cuales sean. ¿Entendido?

Y vaya si lo entendí. Me quedó bien claro. Aquel regalo venía con sorpresa, pues la punta de la cola de la serpiente estaba lo suficientemente afilada como para que pudiera ser un improvisado punzón y de esta forma llevar un disimulado arma. Francesco fue claro, ya no tenía obligación de protegerme, ahora debía hacerlo por mí misma.

Han pasado más de seis meses desde el atraco al furgón blindado, no tardaron mucho en saber que habíamos sido nosotros los que habíamos cometido tal crimen con aquellos agentes. Para la opinión pública yo ya no era la pobre chica desaparecida, sino una joven desalmada que cometía robos con violencia. Me fascina como la gente cambia pronto de opinión por la influencia de los medios de comunicación.

No tardamos mucho en irnos de Portugal y viajar hasta Cádiz para quedarnos en la chabola de unos familiares de Salazar. Una vez allí, alquilamos un apartamento a nombre de uno de los primos del gitano y ahora es nuestro nuevo hogar. No es tan grande como la casona y me toca compartir habitación con Caterina, pero al menos estamos más cómodos que en casa de Luisa, en el garaje de los amigos de Luisa, o en la chabola de los primos de Salazar.

Estos últimos meses, desde el secuestro del viejo millonario, están siendo todo un caos. Vamos de acá para allá sin poder echar raíces por mucho tiempo. En apenas un año llevamos cuatro refugios diferentes y ni siquiera estamos seguros de que nos quedaremos en este apartamento tanto como nos gustaría. Francesco prefiere volver a la casona, era el mejor lugar donde estar, pero antes debe asegurarse de que vuelve a ser un lugar seguro o, si de lo contrario, continúa habiendo vigilancia policial cerca.

La página por fin se carga, el wifi aquí va como el culo. Leo rápido el titular y bajo para empezar a leer la noticia completa. Hace tiempo que tengo curiosidad por saber lo que se dice de mí, del "Caso Sara". El comienzo de la noticia es sencillo: una joven de 15 años desaparece tras producirse un robo y crimen en su casa. Sara, la hija del famoso ajedrecista Manuel Valls y su mujer Ángeles Soria, desaparece sin dejar rastro tras ser asesinados sus padres. Los cadáveres se encontraron maniatados y con un disparo limpio en la cabeza.

El resto de la noticia continúa con las teorías que salieron sobre mi paradero. La que más creía la gente era la de que me habían raptado los mismos criminales que entraron en la casa y me obligaban a trabajar para ellos. Sin embargo, esa opinión empieza a cambiar después de secuestrar a Mariano Rodríguez Casanova, quien explicó la tortura psicológica que la más joven del grupo, a la que llamaban "niña", le había hecho.

La policía en seguida empezó a atar cabos comparándolo con las descripciones que los clientes del hotel, sobre todo el gordo al que amenacé, y los guardias de seguridad del bingo dieron sobre mí. Con esto confirman que, efectivamente, la pobre Sara empezó a trabajar para la banda, pero desmienten que lo hiciera coaccionada tras los relatos de estas personas sobre mi comportamiento frío y violento.

Tras el secuestro del viejo millonario encuentran la casona y con ello mi habitación, dando una vez más testimonios donde se me describe como una chica inteligente por el cubo de rubik hecho y los varios rompecabezas que Francesco me regalaba que se quedaron en mi estantería. Esta descripción se confirma con los relatos de mis profesores a los que entrevistaron diciendo que era una alumna de matrícula de honor, con un coeficiente superior a la media.

La AjedrecistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora