CAPÍTULO 19

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Han pasado dos días y Francesco y Bertrán siguen sin dar señales de vida. El ambiente en la casa cada vez es más tenso, y no solo por el hecho de que el jefe y su mano derecha estén desaparecidos con la mitad del botín, sino por la trifulca que hubo esa noche que se saldó con la cara morada de Salazar, un diente roto de Bastián, y mi labio partido. En esta guerra realmente no gana nadie, solo es una lucha de poder para ver quién está por encima del otro, y en eso sí puedo decir que gané; si tenían pensado subirse a mis espaldas en algún momento, les he bajado de un plumazo incluso antes de que lo intenten.

Desde lo ocurrido no hemos hablado; ni yo con ellos, ni ellos conmigo, ni ellos entre ellos. Todos permanecemos en nuestras habitaciones, esperando a que ocurra algo. Solo salimos para lo imprescindible y ni siquiera comemos en el salón, cada uno se hace su comida y se la lleva a su cuarto. La idea de Francesco de vernos unidos como una familia más que como una banda criminal se acaba de ir al garete, esta familia está muy rota sin su presencia.

Me jode sentir que estoy preocupada por él, que tengo miedo de que no vuelva más y yo no saber qué hacer sin su guía de instrucciones para vivir en este mundo que he elegido habitar. También me jode que ni siquiera Caterina me dirija la palabra, pero lo prefiero así. Me recuerdo en cada momento que aquí no vine a hacer amigos, ni una familia nueva por más que lo haya pensado en estos últimos meses. He venido aquí a sobrevivir, y la pérdida de estas personas, desconocidas para mí hace menos de un año, no deberían importarme ni lo más mínimo.

Lo peor de todo esto es que la ira ha vuelto a renacer en mi interior, que el odio hace de nuevo su aparición, y las ganas de hacer daño me golpean la mente una y otra vez. Necesito desahogarme de alguna forma, y mi cuaderno donde escribía todos los malos sentimientos y pensamientos ya no está, me arrepiento ahora de haberlo quemado en esa estúpida hoguera. Una familia nueva, qué ilusa...

Una nueva forma de desahogarme me llega de pronto y decido llevarla a la cabo. ¿Qué es lo peor que pueda sucederme, que me vea la policía, que me reconozca alguien? Tendré cuidado para que eso no pase, y si pasa, me escaparé del reformatorio donde seguramente me mandarán por ser cómplice del asesinato de mis padres y por el robo en el hotel y en la joyería. Sí, del reformatorio iría seguro al cumplir los 18 a la cárcel, pero cualquier lugar será mejor que con mi odiosa abuela o con estos compañeros que tengo.

Procurando no hacer nada de ruido, salgo de la casa y me encamino por el bosquecillo. Es noche cerrada y mis ojos tardan en acostumbrarse a tanta oscuridad, pero Francesco me enseñó a guiarme bien de noche por aquí el día que nos enseñó supervivencia básica. Tendría que haberme traído una linterna, pero ni siquiera lo he pensado, y eso me enfada mucho más. Yo siempre lo tengo todo bien pensado y planeado antes de hacer algo, pero no estoy en mi mejor momento de lucidez, la ira ocupa todo pensamiento.

Llego hasta el local y empiezo a buscar a la granadina, necesitaba salir de esa casa y hablar con alguien que no fuera ninguno de mis compañeros de Agnus Dei. Miro por todo el local, no tan lleno como hace una semana, pero lo suficiente para que tenga que concentrarme bien en todas las caras buscando la suya. Ni siquiera sé si la encontraré aquí, pero Caterina dijo que no habría problemas para buscarla, por lo que supongo que trabajará ilegalmente aquí o vendrá con asiduidad.

Me acerco a la barra y pregunto a uno de los camareros dándole la descripción de Carmen, pero él no la conoce. Justo cuando me doy la vuelta la veo entrar al local acompañada de un chico que parece mayor que ella. En seguida pienso que pueda ser un novio suyo, pero llegan sin cogerse de la mano, sin mirarse si quiera. Él se va directo a la barra a trabajar como camarero y ella no tarda en percatarse de mi presencia. Al verme sonríe y viene en mi busca, pero la detengo yendo yo a por ella y llevándola fuera del local.

La AjedrecistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora