Estamos a finales de junio y ya tenemos la primera ola de calor del verano, y también llegan las vacaciones de muchas familias que abandonan sus casas para irse de viaje. En una semana aprovecharemos esas escapadas para colarnos en una urbanización y llevar a cabo el segundo trabajo de Aqrab.
Pero eso no es lo que voy a hacer hoy. Caterina, como aquella noche que maté a mi abuela, desactiva las alarmas con esa facilidad que tiene para hacerlo, para que pueda colarme en una casa que se quedó vacía justo esta mañana cuando sus dueños metieron las maletas en el coche y se marcharon. Llevo semanas vigilando los movimientos de los inquilinos de la que fue mi antigua casa para poder entrar ahora. No sé por qué me ha venido este arrebato de nostalgia, pero creo que la cagada con Naira tiene parte de culpa. Aunque lo de Naira quiero tratar de arreglarlo, la portuguesa ya está con ello.
Con unas ganzúas fuerzo el cerrojo y entro sin miedo de que salten las alarmas, como tampoco saltaron aquella noche en la que la misma Caterina las desactivó cuando entró Agnus Dei a robarnos. Parece que no ha pasado mucho, pero ya ha hecho siete años. Entonces yo solo era una adolescente de quince años, y ahora soy una joven de 22.
Ahora es cuando debería decir que he cambiado muchísimo, pero no lo considero así. Subo las escaleras y pienso en lo poco que he cambiado. Sigo siendo aquella niña de aura oscura, llena de odio, de rencor. Lo único que ha cambiado es lo vacía que me siento tras haberme vengado de las personas que me jodieron, nada más.
Bueno, supongo que también ha cambiado el hecho de que ahora tolero un poco más a las personas y me he acostumbrado a trabajar en grupo. También me he acostumbrado a que algunas personas, como Caterina, Abdel o Francesco, me tengan cariño o incluso me quieran. Con el tiempo me he acostumbrado a ser querida, sobre todo por Caterina, y he decidido quererles también.
Y también me doy cuenta de que algo he cambiado cuando me arrepiento de la última conversación que tuve con Naira. Me arrepiento del camino que elegí y por una vez quiero hacerle caso a mi corazón. Es por eso que le he pedido a Caterina que use sus mañas para dar con ella y poder hablar nuevamente. Caterina no ha hecho preguntas, pero sé que se muere de curiosidad por saber quién es esa extraña chica con la que me urge tanto hablar.
Recorro aquel pasillo que tantas veces durante mis primeros años de vida recorrí de arriba abajo. Paseo por las habitaciones de invitados, que siempre estaban vacías porque no recibíamos visitas que se quedaran a dormir. Me asomo por la habitación de mis padres, decorada ahora muy diferente a como estaba antes, y llego finalmente a mi habitación, que ocupa actualmente un chico, el hijo de los nuevos dueños.
Pero esto no es lo que me interesa ver. Subo hasta el desván y descubro que no lo hago con la misma facilidad de antes, pues el bajo techo que solía esquivar siempre me lo he comido esta vez. Suelto un insulto y me rasco la cabeza donde me he dado el golpe. El lugar también ha cambiado. Antes estaba casi vacío, solo ocupado por mis cosas: mis libros, mis cuadernos, mis cds de música. Ahora allí solo hay cajas llenas de trastos.
Lanzo un rápido vistazo y me dispongo a bajar otra vez, aquí no hay nada ya que ver. Sin embargo, algo llama mi atención en el último momento. Un objeto que reconozco muy bien, que yo misma fabriqué hace casi diez años y que dejé aquí aquella noche. En el suelo, bajo una caja, asoma la punta de mi punzón casero.
Levanto la caja y lo recupero. Me doy cuenta entonces de que también he cambiado físicamente cuando encierro el punzón en mis manos y se queda pequeño a diferencia de cuando lo agarré por última vez. Mis manos ya no agarran pequeños punzones sino pesadas pistolas, hay una gran diferencia.
Al entrar pensaba que no había cambiado mucho, pero sí que lo he hecho. La diferencia entre un astronauta y un astrónomo es que el primero viaja a la luna y el segundo solo lo sueña. La diferencia entre Sara y Julia es que la primera soñaba con con arrasar con todo, mientras que la segunda lo está haciendo.
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La Ajedrecista
General FictionJulia es una joven de buena familia, con un padre adinerado que le da la mejor educación a nivel académico. Sin embargo, la educación emocional brilla por su ausencia. En base a esto, la personalidad de Julia se va formando con una clara tendencia a...