La puerta de la celda se abre de golpe, sin avisar. Somnolienta, abro los ojos para ver qué ocurre y poco puedo hacer cuando me sacan de la cama de malas maneras y me llevan a rastras por toda la galería del módulo tres hasta salir fuera. De la recepción de entrada a la galería me llevan hasta una sala de interrogatorio, me sientan en la silla y me esposan las manos y los pies.
Todavía estoy abriendo los ojos del repentino despertar cuando el policía que me detuvo ayer enciende un flexo que hay en la mesa y lo pone mirando hacia mí. La luz me impacta en los ojos y retiro la cara con brusquedad, viendo ahora lucecitas incluso con los ojos cerrados.
Esta mañana, después pasar horas en el calabozo tras la detención, me metieron en esta cárcel, en el módulo cinco de cinco que hay, siendo éste el de las presas más peligrosas, ya me tenían calada. Está claro que no me han traído aquí por ser solo una fugitiva, van buscando algo que tengo. O tenía, mejor dicho.
—La presa número 20113 llamada Sara Valls Soria, con la identidad falsa de Julia Barros Santos. Conocida entre las presas de su antigua cárcel como "Taipán". Edad 22 años. Es acusada de múltiples robos y atracos como el del Transcantábrico, secuestro como el del señor Mariano Rodríguez Casanova, asesinato en primer grado de la señora Josefa Martínez Soto, su abuela, y el de un agente de seguridad en Portugal cuando todavía era menor. Se fugó de su antigua prisión hace tres años. También se le acusa de pertenencia ilícita de armas y de ser líder de una banda criminal con el nombre "Aqrab". El último delito cometido de la banda fue el robo de la pluma Montblanc valorada en 1,2 millones de euros.
Bingo. La policía no se va a desvelar por mantener una charlita con una simple presa por sus delitos, si lo hacen es por algo importante, y esta lo es. El policía silba y apoya las manos entrelazadas sobre la mesa.
—Menuda pieza eres —comenta y denoto una pequeña pizca de fascinación.
No me extraña que esté impresionado, no todos los días tiene delante a una persona como yo. Hasta yo misma me sorprendo, con la poca edad que tengo y la de cosas que he hecho, y ninguna buena. Bueno, sí he hecho cosas buenas, de caridad, pero claro, esas no las dicen. La hipocresía.
—Dicen que si te despiertan de la fase rem del sueño puede ocasionar problemas irreversibles —me quejo sin reprimir un bostezo y con los ojos medio cerrados por culpa de la luz.
A pesar de la molesta luz, veo más o menos la cara del policía. Pelo engominado hacia atrás, con prominentes entradas a los lados de la frente, vestido con camisa de cuadros y unas gafas por las que me mira con desdén.
—También pensamos que con este despertar no estarás tan ágil mentalmente y podrás decirnos sin problemas dónde coño has metido la pluma de Montblac —contesta él calmado.
Suelto una larga carcajada. Eso ha tenido su gracia. Entiendo que este caso les trae de cabeza, pues el magnate árabe está enfadadísimo con la poca seguridad que le prestaron en su estancia de Marbella, y quiere que encuentren su pluma cuanto antes. Pero si piensan que jodiéndome el sueño van a conseguir que cuente algo que les pueda valer...
—La lleváis clara —digo sin dejar de reír—. Ni dormida dejo de ser superdotada, imbéciles, eso no desaparece y aparece cuando os de la gana.
Uno de los funcionarios que me ha sacado de la cama y que se ha quedado con el policía, se aproxima a mí con la mano levantada para darme un guantazo, pero el otro le frena cogiéndole del brazo.
—No vas a hacer que perdamos los papeles —comenta el superior sin perder la paciencia—. Vamos a jugar a ver quién aguanta más tiempo despierto, nosotros nos hemos pegado una siesta de tres horas, no tenemos sueño. No sé si tú podrás decir lo mismo.
ESTÁS LEYENDO
La Ajedrecista
General FictionJulia es una joven de buena familia, con un padre adinerado que le da la mejor educación a nivel académico. Sin embargo, la educación emocional brilla por su ausencia. En base a esto, la personalidad de Julia se va formando con una clara tendencia a...