CAPÍTULO 36

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 —Qué guarra es la gente...

Despego del suelo de mi terraza un chicle que mi odiosa vecina de arriba me ha lanzado porque no tiene otra cosa mejor que hacer que joder a los vecinos. El piso que compré hace ya seis meses para venirme desde Cádiz es una maravilla, todos los vecinos son perfectos, ninguno molesta. Excepto una. La vecina de arriba. Tiene a todo el edificio sacado de sus casillas. A mí la primera.

La señora, por llamarla de forma educada, se dedica a hablar por teléfono desde por la mañana y a voz en grito, al parecer la mujer no sabe hablar con un tono de voz normal. Pero además, no conforme con gritar ella, pone el altavoz del móvil a todo volumen, de manera que me entero cada día de las conversaciones que tiene con su interlocutor.

Todos los días riega las plantas por la mañana y por la noche. Pero no las riega de forma normal, no. Lo hace lanzando cubos de agua que caen más al patio de mis vecinos del primer piso que en sus propias plantas. A la pobre señora de abajo le ha mojado la ropa casi seca más de una vez.

El poyete de la ventana de mi habitación, que está justo debajo de su ventana, aparece sucia todos los días porque lanza las migas de pan de su mantel cayéndome todo a mí. O peor cuando se pone a sacudir las alfombra y todo el polvo ensucia los cristales de las ventanas y me toca limpiarlas.

Algunas noches se ve que se aburre y se dedica a mover muebles haciendo todo el ruido que puede la hija de... Relax, Julia. Recuerda lo que Caterina te enseñó de contar hasta diez para mantener a raya tus ataques explosivos de ira.

En fin, que no conforme con jodernos la vida a todo el vecindario, a mí especialmente por tenerla viviendo arriba, insulta a todo aquel que intente pedirle, siempre por favor y con buena educación, que no sea tan tocapelotas. Porque eso es lo que es, una señora amargada y tocapelotas que he tenido la mala suerte de encontrarme.

A pesar de tener las ventanas cerradas y el tocadiscos puesto, la irritable voz de esa señora consigue resonar por encima de la deliciosa voz de Edith Piaf y su La vie en rose. Ahora que estoy más asentada en la ciudad he podido hacerme con un tocadiscos como llevaba queriendo desde que vi por primera vez el de Francesco, y el primer vinilo que me compré fue el de la cantante francesa con su Non je ne regrette rien. Esa canción se ha convertido en el himno de mi vida junto con My way de Frank Sinatra.

En estos meses me he mantenido activa haciendo pequeños robos y atracos en pequeños comercios, vendiéndole a Arsenio, con quien tengo buena relación de negocios por haber sido la pupila de su amigo Francesco, los objetos que voy robando para él saber a quién colocárselos en el mercado negro.

Caterina, después de ayudarme en Cádiz con las bebidas de los Junqueras, se ha ofrecido a ayudarme con otros trabajos, pero Abdel ha preferido mantenerse al margen para no enfadar a Francesco, quien ya se ha enterado de que me ayudan a sus espaldas. A Caterina le da igual recibir la reprimenda del jefe, sabe que no va a echarla de la banda por eso, pero nuestro amigo Kebab siempre es el más prudente de las dos.

Cojo una libreta y un boli y escribo una nota que dejaré a mi vecina. Una vez me decidí a encararla y se puso a insultarme a gritos desde su terraza, llamando la atención del resto de vecinos que, obviamente, se pusieron de mi parte. Claro que no saben que realmente su vecina es una delincuente y criminal buscada por la policía, sino seguro que no hubieran soportado los insultos que entonces ella les dedicó a cada uno solo por ayudarme a mí a enfrentarme a ella.

Pero está claro que voy a tener que tomarme la justicia por mi cuenta, porque ella sigue en sus trece y denunciarla, como ya han intentado otros vecinos antes, es perder el tiempo. En la nota le escribo lo siguiente: "Mi casa no es un vertedero para que deposite en él su mierda. La próxima vez tire el chicle en su puñetera casa, o se lo traga, o se lo mete por el culo. O al final tendré que tomar represalias contra usted. Por favor y gracias".

La AjedrecistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora